Juan Pablo II recuerda a los franciscanos la obediencia de su fundador al Papa
JUAN ARIAS, El capítulo general de la orden de los frailes menores o franciscanos, que se ha celebrado en Asís con la participación de 230 delegados de todo el mundo, ha concluido con una audiencia en el Vaticano durante la cual el papa Wojtyla ha exortado a los hijos de San Francisco a ser fieles a su fundador "en la obediencia al Papa". Los franciscanos son la orden religiosa más numerosa del mundo después de los jesuitas y, como estos últimos, constituyen hoy una espina para el Papa polaco, que los considera demasiado inquietos y excesivamente empeñados en el campo político y social al lado de los más pobres.
Juan Pablo II les ha dicho en su discurso que "amar y servir a los hombres de hoy significa ciertamente trabajar por el desarrollo y el progreso de la sociedad para obtener condiciones humanas más justas y más dignas". Pero ha añadido enseguida que amar a los hombres "significa también no engañar nunca a nadie en lo que se refiere al verdadero sentido de la peregrinación terrena, cuya meta última", subrayó el Papa, "trasciende el tiempo y no puede alcanzarse sin el ejercico de un desprendimiento iluminado de los bienes materiales y sin la práctica de la caridad que comprende y perdona".El Papa ha insistido sobre todo en que los franciscanos deben, como su fundador, ser en todo momento obedientes a Roma, y les ha recordado que san Francisco, para estar seguro de que estaba en la verdad, "se fue desde Asís a Roma para pedir la aprobación del vicario de Cristo" y dejó escrito en sus reglas: "Fray Francisco promete obediencia y reverencia al señor Papa Onorio y a sus sucesores canónicamente elegidos". Juan Pablo II añadió que san Francisco "jamás consintió alejarse de la enseñanza y de las directivas de quienes él reconoció como los mensajeros de Dios en la Iglesia".
Pulso con el Papa
El pulso entre el papa Wojtyla y los franciscanos empezó el primer día del capítulo general, cuando les envió como delegado suyo al obispo Vincenzo Fagiolo, secretario de la congregación de religiosos, para que asistiera a las discusiones y a la elección del nuevo superior general. El obispo Fagiolo llevó un mensaje del Papa en el que se decía a los franciscanos que debían preocuparse más del silencio y menos de la publicidad.
En realidad, al Vaticano nunca le ha gustado demasiado el superior general franciscano, el norteamericano John Vaughn, a quien se le considera responsable del exagerado "pacifismo" de los hijos de san Francisco y del apoyo dado al franciscano brasileño Leonardo Boff y a toda la 'teología de la liberación. Pero tampoco a los franciscanos les agradó demasiado la intromisión de Roma en los asuntos internos de su orden, y a pesar del delegado pontificio, volvieron a reelegir como superior general al padre Vaughn. La respuesta a las preocupaciones del Papa no podía ser más clara. Por eso, Juan Pablo II, al recibirles el pasado viernes en Roma, ha insistido tanto en que el buen franciscano debe ser fiel sobre todo "a la obediencia al papa", y le ha recordado que deben estar siempre al lado de la Iglesia la cual", dijo el Papa, "ha sido fundada por Cristo sobre Pedro y sobre los apóstoles".
Por su parte, el reelegido superior general ha enviado un mensaje a todos los franciscanos del mundo desde el santuario de Averna, provincia de Arezzo, donde san Franciso recibió los estigmas, en el que recuerda sobre todo "a los hermanos víctimas del mal, de la opresión, de la soledad y de la droga", y concluye diciendo: "Queremos esforzarnos en vivir nuestra opción preferencia¡ por los pobres de manera concreta, practicando la pobreza evangélica en el silencio y en la humildad".
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