El Estado policial
Hace unos días leía con interés y asentimiento su artículo acerca del Estado policial, pero lo que en ese momento no me imaginaba es que tres compañeros/as y yo mismo, miembros del Comité Anti-OTAN de Cartagena, íbamos a sufrir en carne propia las cada día más visibles consecuencias de la descomposición de los antiguos principios liberales del Estado de derecho, en favor de la progresiva implantación del Estado policiaco y militarizado.Pasando a los hechos, resulta que estas cuatro personas nos encontrábamos colocando inscripciones con la leyenda: "2.000 millones diarios para el Ejército. Pensiones de miseria para el pueblo". En esto que nos intercepta un coche policial, cuyos miembros nos exigen la identificación, explicando que ha habido una denuncia contra nosotros por realizar pintadas contra el Ejército.
La primera reflexión que hacemos es cómo es posible argumentar que la simple reproducción estadística de unos datos supone injuriar a cualquier persona o institución. Los textos de las pintadas están tomados de los Presupuestos Generales del Estado, por lo cual recomendamos al denunciante que desvíe sus dardos hacia el ministro Serra y el Gobierno en pleno, autores de los datos que reflejamos en nuestras pintadas.
Volviendo al hilo de los hechos, una vez identificados por la policía, somos trasladados a comisaría, en donde permanecemos por espacio de dos horas sin recibir explicación alguna sobre los motivos de la retención. Gracias a las gestiones de una abogada amiga se nos permite, al cabo del tiempo señalado, abandonar la comisaría.
Pasa a la página 10
Viene de la página 9
La segunda reflexión que traen estos superrealistas acontecimientos viene a consecuencia del asombro e indignación que provoca el que una mera denuncia anónima dirigida contra unas personas que ejercen el derecho a expresarse libremente provoque la detención (perdón, retención) de éstas.
Volvemos al reino de la Inquisición, a la simple denuncia ejercida por las personas de orden, para identificar y detener a los opositores, con la connivencia de todos los poderes (fácticos y legales).
El objetivo es obvio: intimidar a un movimiento -el pacifista que se está convirtiendo en el eco de millones de personas que se oponen a los gestos militares, a la OTAN y al militarismo que nos invade.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.