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Un año con menos visitantes

Un mercado de futuros para plazas hoteleras

La contratación entre los hoteleros españoles y los operadores turísticos extranjeros se ha convertido en un verdadero mercado de futuros, donde la baza fundamental son las especulaciones sobre el tipo de cambio de la peseta. Aquí fue donde se acusaron hace un año los primeros síntomas del presente bache. Ahora, las partes se preparan a negociar las vacaciones de 1986 para casi 10 millones de personas, y los españoles se disponen a jugar fuerte. Quieren contratar en las divisas de cada país emisor, no en pesetas.En los años sesenta, cuando empezó el desarrollismo turístico, las empresas o particulares extranjeros promovían directamente la construcción o ampliación de hoteles. Otros, en este caso los operadores, garantizaban contratos a largo plazo (por lo general, cinco años), que permitían a los españoles comprometer su inversión y les garantizaban el cartel de completo, con la contrapartida de precios bajos y estables.

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Ahora, casi toda la contratación es anual. Las propiedades de extranjeros, según impresiones de la Secretaría de Turismo, apenas suponen la cuarta parte de la oferta, si se incluyen los apartamentos, y en tomo al 15%, si sólo se cuentan las plazas hoteleras.

Formas de contratación

Para el resto, la contratación sigue cánones similares. Oscila entre la garantía total de pago, se ocupen o no las plazas, y los pactos condicionados. La primera se da donde hay más demanda que oferta, como Canarias. Modos de pago existen tres: las entregas anticipadas, la liquidación sobre las listas de confirmaciones 15 días antes de la ocupación, o los pagos por servicio prestado.

Como la contratación se ha realizado en pesetas, y un año antes, los operadores han contado en la última década con el beneficio (en algunos años, del 10% o 20%) de la posterior depreciación de la peseta. Pero en 1984 la peseta ha ganado frente a las principales monedas europeas. Además, en España hay mayor inflación y los hoteleros aprovechan su creciente fuerza para repercutir costes. En respuesta, los operadores han mostrado resistencia y luego han intensificado los intentos de renegociar contratos.

Como solución, la parte española pretende contratar en las divisas de cada país emisor, aunque tenga que limitar en contrapartida sus elevaciones de precios a la evolución del coste de la vida en dichas naciones. Pero los operadores parecen reacios a renunciar a la especulación frente a la peseta, precisamente en un año en que puede bajar por el impacto de la integración en la CEE.

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