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Tribuna
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Francia

¿Son antipáticos los franceses? ¿Nos miran por encima del hombro? ¿Es el orgullo romántico nuestra mejor cualidad?Casi todo proviene de la guerra de la Independencia. Napoleón no tenía muy buena imagen de nosotros: "La nación española es una nación villana; los españoles que yo he visto merecen poca estima; están lejos de poder sostener la mejor comparación con los franceses, los ingleses, los alemanes e incluso con los italianos".

El desprecio del Corso era tan gigantesco como escasa su estatura. Claro es que nosotros tampoco nos andábamos por las ramas.

En el Catecismo civil, publicado como pieza de propaganda patriótica, los niños podían leer:

-¿Es pecado asesinar a un francés? -No, padre, se hace una obra meritoria".

Con estos antecedentes no es extraño que más de la mitad de los españoles considere a Francia como un país hostil y un vecino incómodo, según ha revelado una reciente encuesta.

Nosotros pensamos que ellos tienen complejo de superioridad. Ellos creen que nuestro mejor patrimonio son las playas y el exotismo de la torería.

Tópicos-basura. A Francia ya no van criadas españolas, sino camiones llenos de frutas y hortalizas. En España, además de turistas, hay una gran penetración del capital francés.

Es inútil recordar que aquello ya no es lo que era: murieron Camus, Sartre y Georges Brassens.

Y, naturalmente, tampoco España es la misma: han pasado 10 años desde aquel 20 de noviembre. Así es que ahora, todos juntos y arremolinados, en torno al brasero del Mercado Común Europeo.

Habrá camiones volcados y otras historias; la cultura francesa habrá dejado de ser un espejo reflectante; París ya no será París.

Nada de eso importará. Para la gente de mi generación y aledaños Francia siempre conservará el toque de la nostalgia, tierra de asilo y promisión a la que acudimos a degustar el sabor de la palabra libertad.

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