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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Negociación entre las dos Coreas

PARA APRECIAR lo que ocurre en Corea es imprescindible tener en cuenta las condiciones excepcionales que han caracterizado en las últimas décadas la evolución de ese país. Poco después de terminar la II Guerra Mundial tuvo lugar la guerra de Corea. Estados Unidos envió, en nombre de la ONU, un cuerpo expedicionario que permanece sobre el terreno, si bien con efectivos reducidos. Las hostilidades concluyeron en 1953 con el armisticio de Panmunjon; desde entonces, el país sigue fraccionado en dos Estados enemigos, divididos por un verdadero frente militar que separa el Norte del Sur. El régimen de Corea del Norte es quizá el más rígido y absolutista del mundo comunista; con un culto casi religioso para su máximo dirigente, Kim Il Sung, su hijo Kim Il Jong ha sido designado para sucederle. En el Sur, los regímenes amparados por Estados Unidos han sido, con escasas excepciones, dictaduras militares que han aplicado duras represiones contra la oposición, en particular entre los estudiantes. El actual presidente, Chun Doo Hwan, era el jefe de los servicios secretos del régimen anterior y se adueñó del poder por la fuerza poco después del atentado que causó la muerte del dictador Park. Durante décadas, los dirigentes del Norte y del Sur se calificaban mutuamente de usurpadores apoyados por el extranjero y se negaban a tener ninguna relación entre sí.Pero, desde hace algún tiempo, ese clima glacial ha empezado a modificarse: se han dado pasos para entablar negociaciones entre las dos Coreas. El año pasado hubo conversaciones entre la Cruz Roja de ambos Estados para preparar medidas humanitarias de reunificación de las familias hoy separadas. El proyecto de ampliarlas a otros temas quedó aplazado; el Norte las interrumpió con un pretexto, sin duda pensando que las elecciones convocadas para febrero de 1985 en Corea del Sur crearían condiciones más favorables. A comienzos del presente mes de junio se ha anunciado un progreso sustancial: Corea del Sur ha declarado que aceptaba una propuesta de Corea del Norte de iniciar conversaciones políticas; el hecho merece ser subrayado porque hasta ahora el aspecto político había sido soslayado. En tales negociaciones, los del Sur van a proponer estudiar una Constitución única que permita avanzar hacia la fusión de los dos Estados. Los del Norte proponen un proceso más lento y progresivo; como primer punto, una declaración de no agresión que ayude a la distensión de las relaciones. Sin embargo, conviene recordar que la idea de una confederación de los dos Estados coreanos ha sido adelantada por el Norte en anteriores ocasiones. Otros temas de eventuales negociaciones, además de la ya mencionada de carácter humanitario, son los comerciales y económicos. Por otra parte, conviene tener en cuenta que en Corea, contrariamente al ejemplo alemán, ambos Estados han puesto siempre por delante el rechazo de la división del país, considerándola provisional. En ese marco se sitúan las proyectadas negociaciones para crear equipos coreanos únicos con vistas a las futuras pruebas deportivas internacionales, tema dé gran importancia si se recuerda que Corea del Sur será en 1986 la sede de los Juegos asiáticos, y en 1988, de los Juegos Olímpicos.

Este surgimiento de un clima negociador entre las dos Coreas responde a factores tanto interiores como exteriores. Las elecciones de febrero pasado en Corea del Sur, junto con el retorno al país del dirigente democrático Kim Dae Jung, exiliado en Estados Unidos, han puesto en marcha una evolución liberalizadora; la negociación con el Norte se convierte en uno de los factores legitimadores del actual Gobierno ante las presiones democráticas. En el Norte, la política interna es mucho más oscura; pero aparecen cuadros más jóvenes, distanciados de la tradición de la guerra, y más inclinados al pragmatismo. Si se recuerda que Corea del Sur ha tenido un desarrollo económico impresionante, el interés de iniciar relaciones por encima del actual frente militar es obvio.

Pero no parece dudoso que factores internacionales pesan fuertemente para facilitar las negociaciones; de un modo particular, la nueva política china. Si en el Sur, con Vietnam, China tiene una situación conflictiva difícil de resolver, porque está en parte fomentada desde Moscú, en cambio una distensión entre las dos Coreas constituye para Pekín un elemento positivo para su escenario internacional.

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