La lista única desaparece en las elecciones de hoy en Hungría
Hungría celebra hoy elecciones generales en las que por primera vez se presentan en cada circunscripción al menos dos listas, no necesariamente comunistas. La desaparición de las listas únicas, fórmula electoral habitual en los regímenes comunistas que impide todo disenso en el Parlamento, tiene el objetivo, declarado por las autoridades húngaras, de "avanzar en la profundización democrática del sistema socialista".Los candidatos que compiten con los representantes oficiales del Partido Socialista Obrero Húngaro (POSH), comunista, no pueden defender posturas contrarias al Frente Patriótico Popular, una coordinadora de todas las fuerzas sociales legales, incluidos partido, sindicatos e iglesias. La consulta no deja de ser una formalidad institucional y no alterará el carácter del Parlamento como mero ratificante de la política gubernamental.
No obstante, el POSH ha expresado la necesidad de convertir el Parlamento en un foro de ideas que reavive el interés por la vida pública de la población, absolutamente despolitizada, y equipare la evolución política con la liberalización económica llevada a cabo, aunque no entrará en el Parlamento ningún disidente político.
La implantación de varias listas de candidatos, sin precedentes en la evolución política de las democracias populares del este de Europa, ha provocado fenómenos inhabituales en un régimen de partido único, además del reconocimiento implícito de que el pluralismo electoral supone una "profundización democrática".
En las asambleas para designar a los candidatos, a las que pudieron asistir todos aquellos que viven o trabajan en la circunscripción, se han debatido en los últimos meses problemas sociales y políticos del país con franqueza y dureza desconocidas en Europa oriental.
Debates insólitos
Dos destacados disidentes húngaros pudieron expresar sus posturas ante las asambleas electorales y fueron elegidos como candidatos en la primera ronda, de las dos preceptivas. En la segunda fueron eliminados. Ambos acusaron a los candidatos oficiales de llenar con su público las asambleas. También se hizo patente la falta de poder de convocatoria de la disidencia política.Laszlo Rajk, de 38 años, hijo del ministro de Asuntos Exteriores del mismo nombre, ahorcado en 1949 por desviacionismo, se presentó como candidato en un distrito del centro de Budapest y criticó abiertamente los proyectos económicos del gobierno y la pasividad del régimen hacia la situación de la minoría húngara en Rumanía. En la primera ronda le votó la mitad de los 300 asistentes. En la segunda no llegó a conseguir el tercio exigido para la nominación. La asistencia se había quintuplicado.
También en Budapest el ministro de asuntos exteriores, Peter Varkonyi, tuvo que enfrentarse ante más de 700 personas a un largo y duro debate electoral con el filósofo MikIos Tamas, privado de pasaporte por sus actividades opositoras. Una escena insólita en un país socialista.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.