Francis Gutmann
El futuro embajador de Francia en España, hasta ahora 'número dos' del Ministerio de Asuntos Exteriores, es un empresario de éxito
Gutinann tiene 55 años, el pelo prematuramente encanecido, aun que abundante, estatura tipo Pujol y la misma tendencia a engordar que el presidente de la Generalitat. Es un hombre simpático, aun que no campechano, endiabladamente rápido: antes de que su interlocutor haya acabado de explicarle un problema ya a comprendido de qué se trata y está ofreciendo su solución."Su estilo es muy diferente al del anterior embajador, Pierre Guidoni", aseguran en el Quai d'Orsay, aunque Gutinann no sea tampoco un hombre gris, que haga su traba jo en la sombra. "Como Guidoni, estará en primer plano, pero probablemente su perfil sea más técnico que político".
Ésta es la primera vez que Francis Gutinann ocupa un puesto en el exterior, pero ello no quiere decir que sea un hombre con poca experiencia diplomática. Como se cretario general del Quai d'Orsay -equivalente -al cargo de subse cretario-, este empresario, que no pertenece a la carrera, fue capaz de controlar el ministerio, "lo que no es nada fácil", asegura un diplomático, sonriéndose, "porque en Francia, como en España, se ve con prevención a cualquiera *que viene de fuera de la casa".
Gutmann dedicó la mayor parte de su vida a la industria privada -especialmente la petroquímica- hasta que, en octubre de 1981, el entonces recién nombrado ministro. de Asuntos Exteriores, Claude Cheysson, le llamó a su lado. "Para ser un buen empresa rio industrial no hace falta ser in geniero (Gutmann es licenciado en Derecho y Económicas), y para ser secretario general no es necesario ser diplomático", se dijo el nuevo número dos, y se puso ma nos a la obra.
Los servicios prestados deben haber sido satisfactorios, porque el presidente de la República le acaba de conceder la categoría de embajador de Francia, honor que sólo posee también el representan te francés en Estados Unidos.
Políticamente, Francis Gutmann está menos significado que su predecesor, aunque sus simpatías por el socialismo resultan evidentes: es amigo de Cheysson, trabajó en su juventud en programas de cooperación puestos¡ en marcha por Pierre Mendes France y ha sido elegido para ocupar una embajada que en París se considera altamente envidiable y complicada. Claro que, para compensar, está casado con una mujer con apellido de mucha resonancia, especialmente por la derecha: Chantal de Gaulle, sobrina-nieta del general. La pareja tiene tres hijos. Como a la mayoría de los franceses, el nuevo embajador tiene un gusto pronunciado por el debate intelectual. Sus conocidos afirman que. es un hombre sólido, obstinado y muy activo. "En el terreno económico puede hacer frente a cualquier ministro o empresario. Maneja los datos de fórma muy concreta y exige que su interlocutor se mueva en el mismo plano". En el Quai d'Orsay se recuerda que la balanza comercial hispano-francesa es altamente favorable a Madrid. Los industriales franceses ven en la entrada de España en la CEE una buena oportunidad para equilibrar las relaciones comerciales y París comparte, muy probablemente, su análisis. De ahí el nombramiento de Gufmann, un hombre de confianza con mentalidad empresarial.
"Gutmann se ha movido mucho en el mundo de la industria, pero siempre ha tenido una gran inclinación por los temas de cooperación económica internacional", aseguran sus conocidos. "Fue director de la Cruz Roja francesa y participó en los primeros programas de ayuda al desarrollo ideados por el Gobierno francés en los años cincuenta". El nuevo embajador tendrá que especializarse ahora también en temas de cooperación antiterrorista, uno de los campos siempre delicados en las relaciones franco-españolas.
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