Christian Piot,
vieja gloria de la selección nacional de fútbol belga, cuyos colores defendió como portero en 40 ocasiones, entre ellas durante el Mundial de México de 1970, se negó a vender camisetas con la figura del Papa, como pretendían que hiciera con motivo de la visita de Juan Pablo II ayer a Banneux, pequeña localidad considerada la Lourdes belga. Piot, de 38 años, que tuvo que retirarse del fútbol a causa de una herida en la rodilla, tiene una casa de comidas y un negocio de venta de souvenirs en Banneux. Cuando le propusieron hacerse de oro con la visita de Juan Pablo II vendiendo camisetas, servilletas, carpetas y otros, objetos con la efigie del Papa, se opuso y aclaró: "Estimo demasiado a este hombre, jefe de la Iglesia católica y jefe de Estado, para ver a las chicas llevando su figura".