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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El IRA, ante los electores

POR PRIMERA vez, el Sinn Fein, partido nacionalista partidario de la lucha armada, rama política del IRA Provisional, ha participado en las elecciones para los municipios del Ulster. El resultado que ha obtenido no supera al de las elecciones europeas del año pasado; es incluso algo inferior. Tendrá unos 58 escaños en diversos consejos municipales, sobre un total de 566. El número de votos del Sinn Fein alcanza el 12% del electorado total; pero hace falta tener en cuenta que, como siempre, los partidos unionistas, protestantes, han recogido los votos de la mayoría de la población. Tomando solamente el electorado nacionalista y católico y es un dato significativo-, más del 30% ha votado en favor del Sinn Fein. Todos los comentarios coinciden en que esta presencia nueva del nacionalismo radical va a suponer la aparición de factores nuevos en la política británica y, asimismo, irlandesa. Ante ese problema, desde hace mucho tiempo uno de los puntos calientes de la situación europea, conviene recordar las condiciones específicas que lo han determinado para evitar cierta tendencia a establecer comparaciones simplistas con fenómenos que son totalmente distintos.En Irlanda se desarrolló una poderosa lucha de liberación nacional, con formas de lucha armada, durante el siglo XIX y comienzos del actual. Cuando la corona británica se vio obligada a reconocer la independencia de Irlanda, separó del nuevo Estado el territorio del Norte, habitado en su mayoría por protestantes deseosos de seguir siendo súbditos del Gobierno de Westminster; así, se dividió Irlanda, se creó el Ulster; en él una fuerte minoría católica quiere, desde siempre, pertenecer a la Irlanda independiente. La decisión del Gobierno británico, en 1969, de enviar tropas para "asegurar el orden" ha tenido consecuencias catastróficas: han sido los años de mayor violencia, con más de 2.500 muertos. Además, ello ha permitido presentar el terrorismo del IRA como continuación de la lucha liberadora de Irlanda, recoger amplias ayudas en EE UU y un apoyo activo de sectores populares.

El año pasado se han dado pasos audaces para buscar una solución política al problema: en concreto, se ha creado un Nuevo Foro para Irlanda, constituido por los tres principales partidos de la República de Irlanda y por el partido socialdemócrata y laborista del Ulster, la tendencia moderada del nacionalismo, contrario a la lucha armada. El Nuevo Foro, con el apoyo del Gobierno de Dublín, ha presentado tres vías de solución: un Estado irlandés unitario, con garantías para la población protestante del Norte; una solución federal o confederal, y una fórmula original mediante la cual los Gobiernos de Londres y Dublín asumirían una responsabilidad compartida para administrar el Ulster, creando para ello un órgano ejecutivo. La señora Thatcher discutió a finales de 1984 con Garret Fitzgerald, jefe del Gobierno irlandés, en torno a estas cuestiones; era un reconocimiento de que una solución política del problema del Ulster -y no aparece otra- exige cierta participación del Gobierno irlandés; pero la realidad no confirmó las esperanzas que esas entrevistas suscitaron. El Gobierno británico permaneció atado a su política tradicional.

¿Qué se desprende de las recientes elecciones municipales de cara al problema general del Ulster? En el campo protestante ha avanzado la tendencia más moderada de James Molyneaux, colocado ahora en primer lugar, en detrimento del extremista pastor Paisley; tal cambio podría interpretarse como un hecho favorable para soluciones políticas; pero la nueva presencia del Sinn Fein ha determinado un acuerdo de los dos partidos protestantes para impedir que ocupen ningún cargo los defensores del IRA. En el campo católico, el partido socialdemócrata, más moderado, se verá empujado por la presencia de los nacionalistas extremistas a endurecer su posición. Se comprende, pues, que The Times encabece su editorial sobre este tema así: Las rigidices se reafirman. Por otro lado, todo indica que el IRA tiene crecientes dificultades para proseguir su acción terrorista; el aflujo de fondos de EE UU ha disminuido; la propia actitud del Gobierno de Dublín limita sus movimientos, le resta apoyos populares. Esta realidad no se halla desmentida por el brutal atentado que acaba de cometer, asesinando a cuatro policías ingleses. Es inevitable relacionar la decisión del Sinn Fein de tomar parte en las elecciones municipales con las discusiones internas en el IRA; un sector desea potenciar más una acción política porque confía menos en los resultados que cabe esperar de la lucha armada. Es probable que la situación se agrave si no surgen, a partir de una colaboración entre Londres y Dublín, nuevos caminos capaces de incorporar a la vida política a los diversos sectores de la población.

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