Fraga opina que hay que ignorar la voluntad gibraltareña para decidir el futuro de la Roca
Un Manuel Fraga eufórico comenzó ayer su precampaña electoral -aunque negó haberla iniciado- en el Campo de Gibraltar y Ceuta destacando las diferencias entre las plazas españolas norteafricanas y Gibraltar. Ceuta y Melilla nunca fueron vestigios coloniales, mientras que la Roca "es una reliquia de un pasado colonial, de cuando los ingleses se apoderaron a traición de él, cuando empezaba la construcción de un imperio que ya no existe". La víspera dijo en La Línea que la voluntad de los gibraltareños no debe contar a la hora de decidir el futuro del Peñón.
ENVIADO ESPECIAL
"Nadie ha venido a Ceuta tanto como yo", dijo Fraga, quien se mostró mucho más cauto en sus declaraciones que cuando, en frase que aún se recuerda aquí, y apelando a su grado de teniente del Ejército, aseguró que daría "hasta la última gota de su sangre" en defensa de la plaza española. "Algunos españoles, cada vez más, respondemos que jamás pasaremos por el abandono de Ceuta y Melilla", fue la expresión utilizada ahora.Él líder conservador, que anunció la presentación de iniciativas parlamentarias -no concretadas- para pedir un estatuto de autonomía para Ceuta y Melilla, así como otras medidas especiales de protección, dijo comprender la inquietud por el futuro que sienten los habitantes de ambas ciudades. "El problema existe; es natural que Ceuta acuse una preocupación".
"Esta cena es el primer acto político de la campaña electoral", dijo el presidente de AP de La Línea de la Concepción, Eloy García, ante un millar de aliancistas del Campo de Gibraltar congregados en la noche del miércoles para oír a Fraga reivindicar el Peñón: "El español sabe que sólo siendo grande puede ser español; estaremos en nuestro sitio a la hora de defender España". Horas después, Fraga desmentía a su correligionario Eloy García asegurando: "No me considero en precampaña, ya que todos los sábados recorro algún sitio". Fraga había saludado a los periodistas -muchos de ellos, llegados de Madrid por invitación de AP, en lo que claramente parecía un ensayo de campaña electoral- en un céntrico hotel de Ceuta. Edificio "que modestamente debo decir que yo construí", apostilló.
Eufórico e incansable
Manuel Fraga, aparentemente incansable y eufórico, recorrió casi 2.000 kilómetros por tierra, mar y aire, en poco más de 24 horas, para llevar lo que un aliancísta local llamó "un mensaje de esperanza" a las poblaciones del Campo de Gibraltar y Ceuta. Y aunque sin recibimientos multitudinarios, el presidente de AP se vio, al menos, rodeado del apoyo de correligionarios, simpatizantes y curiosos cuando, fiel a sus costumbres, recorrió mercados repartiendo claveles a las señoras, paseó por las calles o pronunció discursos patrióticos.Como admitió uno de sus seguidores, nada en él recordaba al Fraga que se retira temprano, visiblemente agotado, de las queimadas con los periodistas o al hombre que sestea notoriamente en su escaño del Congreso.
"Nosotros sabemos que una empresa política tiene que contemplar momentos buenos y menos buenos", dijo Fraga cuando alguien le preguntó por la aparente buena racha que atraviesa AP tras la mejora de sus perspectivas en Galicia a raíz de la renuncia del reformista Víctor Moro y de determinados traspiés del Gobierno socialista. Inmediatamente desmintió que existan diferencias en la Coalición Popular, y menos aun en AP, aunque admitió que la confección de las listas electorales "tiene, efectivamente, dificultades".
De paso, aprovechó para calificar de "jurídicamente incompetente" e "irresponsable" al vicepresidente Alfonso Guerra en el contexto del contencioso que enfrenta al partido conservador con el Gobierno en torno al supuesto espionaje policial de la sede de AP. Fraga recalcó que "Guerra tiene que admitir" que si se demostrase que hubo inducción del Gobierno en este espionaje, algo que al líder conservador le parece cada vez más evidente, "lo menos que podrá hacer el Gobierno es dimitir".
Las visitas a La Línea, Algeciras y Ceuta supusieron una importante movilización de la organización de AP en Andalucía (25.000 militantes en total; 41.000 según el responsable regional, Antonio Hernández Mancha): banderas nacionales en los ramos de claveles y hasta en la combinación de las salsas de las comidas evidenciaban que todo había sido cuidado hasta el último detalle.
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