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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La educación musical

En sendos artículos, de origen totalmente distinto, coinciden en la misma página de EL PAIS del 10 de mayo dos alegatos a favor de la educación musical, uno hecho en reunión de ministros del ramo del Consejo de Europa, y otro, por Cristóbal Halffter.No creo en las coincidencias: se trata para mí de una confirmación más de la clamorosa necesidad de hacer algo por la educación musical en España. De todos los colectivos especializados existentes en el país, el que se dedica a enseñar música es de los que menos ha evolucionado durante los años de régimen democrático. ¡Se continúa virtualmente aislado del resto del mundo como hace 30 o 50 años! La vieja contienda entre los ministerios de Cultura y de Educación sobre quién debe ocuparse de la música -y tener presupuestos para ello- sigue tan campante como durante la era franquista. El Consejo Nacional de la Música, de reciente creación, es inoperante al no concedérsele funciones que abarquen la educación, tal como se hace en los demás países. Los programas de enseñanza siguen siendo los mismos, arcaicos e inadaptados a los tiempos actuales, y algunos intentos de modernizarlos hallan fuerte resistencia de aquellos que, al no saber hacer música, consiguen esterilizarla.

¿Cuándo llegará el cambio a la educación musical? ¿Cuándo se percatará la clase política de que lo mejor que puedan hacer para una educación más completa de los niños es darles esa clase o dos semanales de música? Hay que conseguir que a temprana edad se descubran y desarrollen sensaciones, vocaciones o talentos que bajo las estructuras actuales están condenados a no revelarse jamás, a tal punto que por esta causa el país padece la falta de músicos idóneos -sobre todo en la cuerda- para formar las orquestas que la sociedad necesita, falta que seguirá subsistiendo con la presente estructura educativa anticuada cuyo fracaso es notorio y del dominio público.

Pero -mucho más importante aún- la gran mayoría de los estudiantes que no serán músicos habrá gozado de una experiencia en su juventud que los enriquece al beneficiarse de los efectos de una temprana educación musical que, como es bien sabido, influye positivamente en la formación del ser humano.

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Felizmente, algunas autoridades autonómicas toman iniciativas positivas por cuenta propia, pero estos esfuerzos serán insuficientes si no son apoyadas decididamente por una voluntad de hacer algo progresivo a nivel nacional. La juventud española precisa y merece que se haga un esfuerzo serio en este sentido.-

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