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SAN ISIDRO

Los incondicionales de las verbenas aguantaron el frío

Amelia Castilla

La asistencia de público a las verbenas, conciertos y otras actividades festivas ha superado todas las previsiones, según manifestó ayer Ramón Herrero, concejal del área de Cultura del Ayuntamiento. La lluvia y el frío, compañeros habituales de las fiestas de San Isidro, no han conseguido amedrentar a los miles de madrileños que cada noche acuden a las verbenas.

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Alrededor de 8.000 personas corearon ayer en el Palacio de Deportes consignas anti-OTAN durante la actuación del cantante ampurdanés Lluís Llach.Lluís Llach reapareció ayer en Madrid algo más gordo pero en plena forma musical. El ministro de Educación, José María Maravall, y una buena parte de los concejales socialistas del Ayuntamiento, que asistieron al concierto, escucharon las críticas del cantante, "porque desde que la izquierda está en el poder es más difícil saber qué es eso de ser de izquierdas", dijo Llach.Posteriormente, Alaska y Dinarama y, a continuación, Los Coyotes, conquistaron a su público. Los tradicionales mecheros y bengalas iluminaron la noche en el abarrotado Palacio de Deportes.

Cientos de personas aguantaban el frío y la lluvia en el paseo de Camoens, lugar elegido para las verbenas de la movida. Los Elegantes, a los que se ha identificado como grupo mod, calentaron la noche con su actuación. Punkis, rockeros, manguis, popis, heavis y babosos, situados en las primeras filas, corearon a Emilio, el cantante de grupo musical.

Los asistentes a la verbena, situada en una amplia avenida flanqueda por acacias e iluminada por arcos de bombillas multicolores, combatieron el frío y la lluvia y acompañaron las actuaciones con el consumo de bocatas, latas de cerveza y canutos.

Los menos atrevidos siguieron la actuación de la cantante Luz Casal a través de una enorme pantalla de vídeo instalada en medio del paseo y sujeta por una grúa. El césped sirvió a más de uno para dormir la mona, mientras otros encendían pequeñas hogueras para calentarse.

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En las Vistillas, un público más sosegado y castizo bailaba al ritmo de orquestas salseras.

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