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La Democracia Cristiana italiana reconquista Roma

Juan Arias

La Democracia Cristiana italiana (DC) ha reconquistado Roma. Desde ayer es, según los primeros resultados, el primer partido de la capital, tras arrancar en las elecciones del domingo y el lunes la primacía al Partido Comunista Italiano (PCI), que gobernaba la ciudad santa desde hace nueve años. "Ha vencido el papa Wojtyla", decían entre dientes en la tarde de ayer en Botteghe Oscure, sede del PCI, con evidente amargura. El actual alcalde comunista, Ugo Vetere, se limitó a decir, al conocer las previsiones de los resultados: "Hasta ahora hemos trabajado, en adelante tendremos que reflexionar". No es aún posible saber quién será el nuevo alcalde de Roma, porque la elección definitiva será fruto de un acuerdo entre los diversos partidos, pero se daba ayer por seguro que habrá un Gobierno pentapartito, como ocurre a nivel nacional.

La impresión es que los democristianos exigirán esta vez un alcalde propio -han ganado tres escaños-, sobre todo porque, según los primeros datos, el Partido Socialista Italiano (PSI) -que se mantiene en su número de representantes- no ha avanzado en la capital y se ha quedado con un 10% de Los votos, tres puntos por debajo de su resultado nacional. Los comunistas han perdido cinco escaños.En las otras grandes ciudades del país -como Turín, Milán, Génova, Venecia, Palermo, etcétera-, la tendencia que se ha manifestado es la misma de las regionales.

Así, se ha producido un retroceso de los comunistas muy sensible respecto a las elecciones al Parlamento Europeo, incluso en ciudades tan suyas como Bolonia y Turín; un aumento de la Democracia Cristiana (DC), que ha recuperado también en las ciudades lo que había perdido en las elecciones del año pasado, y un crecimiento constante de los socialistas. En Palermo, el candidato más votado ha sido la democristiana Elda Pucci, a quien la Mafia quemó su chalé.

En Milán, el dato más notable ha sido el gran triunfo del ex presidente del Gobierno y actual ministro de Defensa, el republicano Giovanni Spadolini, que ha más que duplicado los votos, pasando de un 4,4% a un 9,8%.

Este triunfo es el que ha llevado al caricaturista de La Repubblica, Giorgio Fotattini, a dibujar a Spadolini para la televisión desnudo, con un volumen doble al habitual, que ya es grande, y con la torre de la catedral de Milán como sombrero.

Los verdes han obtenido un éxito aún mayor que en las regionales en las grandes ciudades y se ha consolidado de nuevo la Democracia Proletaria. Ciudades con gobiernos de izquierdas desde hace muchos años -como Milán, Turín, Venecia, Génova, etcétera- podrían esta vez pasar a un centro-izquierda, igual que Roma, si el Partido Socialista, como había prometido en vísperas de las elecciones, consiente en que se creen gobiernos con la fórmula nacional del pentapartido donde esto sea numéricamente posible. Y la DC, como declaró ayer su dirigente, Ciriaco de Mita, empujará al PSI en esta dirección.

Como dato curioso de estas elecciones, se está comentando mucho el éxito obtenido por el famoso astrólogo Francesco Waldner, que la mañana misma de las elecciones, contra todas las previsiones de los sondeos anteriores, había hecho para el diario Il Messaggero un horóscopo, en el que acertó todo.

Basándose en el hecho de que estas elecciones se realizaban entre dos eclipses (uno de Luna y otro de Sol) y en los signos zodiacales de los políticos, profetizó "sueños tranquilos a De Mita"; una «fea estrella para Natta" ("no habrá adelantamiento"); una "buena estrella para Craxi"; para Spadolini, "una gran satisfacción personal"; para ,el neofáscista Giorgio Almirante, un buen resultado, aunque no exaltante"; para Zanone, líder liberal, "resultado sin pena ni gloria", como lo ha sido, y para el socialdemócrata Pietro Longo, el mayor derrotado en estas elecciones, "una nube negra sobre su cielo".

El voto de un electorado estable

La complejidad de los partidos y el hecho de que, como media, se vote una vez cada dos años hacen muy difícil el análisis del resultado de unas elecciones en Italia. Sin embargo, en esta ocasión pueden advertirse algunas tendencias importantes. La primera es que existe aún una fuerte estabilidad electoral nacional, tanto en la afluencia a las urnas, quizá la más alta de Europa, como en la fidelidad de los votantes de cada partido.Las pequeñas variaciones se dan dentro de la misma línea. Por ejemplo, en las regionales, la Democracia Cristiana (DC) ha perdido 14 escaños, pero han ganado ocho los socialistas y siete los republicanos, dos de los par tidos de la actual coalición de Gobierno, con la propia DC. Los comunistas (PCI) han perdido 16 escaños, pero la Democracia Proletaria, de extrema izquierda, ha ganado seis, y los verdes, que se presentaban por primera vez, han obtenido nueve. Otra tendencia observable es la de un aumento lento pero constante del partido socialista (PSI) y del partido republicano (PRI), mientras no aumentan, -y hasta disminuyen, aunque también lentamente- los dos mayores partidos del país: la DC y el PCI, que se mantienen por encima del 30% de los votos.

Es un electorado que difícilmente Se mueve de sus posiciones tradicionales, que premia la estabilidad del Gobierno hasta el punto de que ganan siempre votos los partidos que están en él.

También ha quedado claro que el gran salto comunista en las últimas elecciones al Parlamento Europeo, del año pasado, cuando se convirtió en el primer partido del país, fue debido sólo al efecto emotivo, producido por la muerte del líder del partido, Enrico Belinguer. El PCI ha perdido ahora lo que ganó entonces, y hasta ha quedado por debajo de las elecciones legislativas de 1983 y las regionales de 1980, a pesar de la fusión con el pequeño Partido Democrático de Unidad Proletaria.

El PSI ha tenido un crecimiento casi general, en toda Italia, aunque no espectacular. De este partido dependerá que en muchos gobiernos regionales y en muchos ayuntamientos de ciudades importantes se puedan crear gobiernos de izquierda o con la DC.

Y el sorpasso, adelantamiento comunista, no se ha producido. Por el contrario, el PCI se ha visto sobrepasado de nuevo por la ballena blanca democristiana.

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