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Entrevista:

"La nacionalidad surafricana no es negociable"

Él jefe zulú Gatsha Buthelezi, cuyo movimiento político, Inkatha, cuenta con más de un millón de afiliados, se muestra partidario de la inmediata liberación sin condiciones del líder del African National Congress (ANC), Nelson Mandela, de cuya experiencia y talento, dice, "no podemos permitirnos el lujo de prescindir".Pregunta. Ministro principal, ¿por qué escogió Ulundi como capital de Kua Zulu?

Respuesta. Fue recomendada por los ingenieros dada la infraestructura que tiene. El río, la electricidad y el ferrocarril estaban aquí. Por coincidencia, Ulundi es el lugar donde los zulúes fueron aniquilados por los británicos en 1879, y esto le da la dimensión dramática del Ave Fénix de la nación zulú levantándose de las cenizas.

P. ¿Qué clase de federación ha propuesto al Gobierno?

R. En 1980 establecimos una comisión en la que invitamos a participar a toda clase de personas y organizaciones, incluido el partido del Gobierno y el African National Congress del exterior, dirigido por Oliver Tambo. La comisión preparó un informe que, ante mi gran desilusión, el Gobierno ni siquiera tuvo la decencia de leer. Uno de los expertos consultados fue el profesor Liphardt, de Holanda, uno de los grandes especialistas en lo que se conoce como democracia consensuada.

El informe sugería una federación de todos los habitantes de Natal, negros, blancos, indios y mestizos, en la que todos tuvieran un voto. Pero, al mismo tiempo, se sugería la posibilidad del derecho de veto a las minorías, con lo que estas minorías podrían bloquear las medidas que amenazaran sus intereses. Y nosotros, aunque Inkatha está comprometido con la idea de un hombre, un voto, pensamos que era realista partir de esa base. Porque en el futuro inmediato no es pensable que los blancos de este país tengan la intención ni siquiera de hablar del asunto de un hombre, un voto.

Aquella era una fórmula de compromiso que, si funcionaba en Natal, podría servir como plan piloto para la totalidad de Suráfrica. La democracia a lo Westminster no es una panacea, y hay muchas grandes democracias en el mundo que son federaciones. No he abandonado la idea de un hombre, un voto, pero como punto de arranque no es una política pragmática. Todavía los blancos practicarían una política de tierra quemada antes que entrar en el tema.

Una oportunidad para Botha

P. ¿Es verdad que ha mantenido conversaciones recientemente con el Gobierno para tratar de esta posibilidad?

R. Cuando Botha fue elegido, ante las declaraciones que hizo, yo manifesté lo que nadie antes se había atrevido a decir en este país: que debería dársele una oportunidad y que no debería juzgársele por lo que sus predecesores habían hecho. Mi desilusión se produjo cuando el resto de los líderes de los homelands le pedimos que nos recibiera e hiciera una declaración de intenciones. Se negó, y luego se limitó a recibirnos en El Cabo uno a uno.

En 1980 yo rechacé la reforma constitución al y pedí al entonces primer ministro que declarase una moratoria sobre todo experimento constitucional hasta que pudiera llegar a un consenso. No se me hizo ningún caso y nuestras relaciones empeoraron durante el referéndum de 1983, cuando yo apoyé al Partido Federal Progresista haciendo campaña para que los blancos rechazasen la reforma.

P. ¿Cree que el Gobierno ha empezado a desmantelar el sistema de apartheid o, por el contrario, cree que las recientes medidas sobre matrimonios mixtos y relaciones sexuales interraciales son puramente cosméticas?

R. Desde mi punto de vista, la principal cuestión de este país se llama power-sharing o compartir el poder, y esto el Gobierno no lo ha empezado a hacer. Por otra parte, parece que Botha quiere hacer algo. En noviembre pasado celebré una entrevista privada en casa de unos amigos comunes en Ciudad del Cabo. No puedo dudar de sus buenas intenciones, pero creo que no tiene el valor suficiente. Creo que está sobreestimando la influencia del Partido Conservador. Podría tomar medidas audaces que contaran con nuestro apoyo, pero parece que no se da cuenta de eso. Las medidas adoptadas recientemente no cambian el apartheid, pero no sería justo calificarlas sólo de cosméticas, porque lo que sí cambian es el aparato.

Hay que recordar que en los años cuarenta, en los cincuenta e incluso más tarde, los candidatos del Partido Nacional preguntaban en los mítines: '¿Queréis que vuestras hijas se casen con los cafres?'. Las medidas han causado un gran impacto psicológico entre los blancos. Tomarlas ha sido prueba de valor, si hay que juzgar por la reacción que han provocado el otro día entre los conservadores, que celebraron un acto de protesta, en Pretoria, de tinte marcadamente nazi.

P. Parece que, con la dimisión en masa de los consejos municipales de las ciudades negras, la estrategia del Gobierno de encontrar interlocutores válidos se ha venido abajo. ¿Dónde va a encontrar ahora esos interlocutores?

R. Es cuestión de tomar medidas audaces. Si el Gobierno lo hiciera, la situación podría cambiar de la noche a la mañana. Es cuestión de claridad, de demostrar que se está dispuesto a compartir el poder entre todos los grupos de población en Suráfrica. Mientras no se haga eso, la gente no querrá servir en los consejos municipales porque tendrá miedo a ser intimidada.

P. ¿Cree usted que su negativa a aceptar la independencia para Kua Zulu ha dado al traste con los planes del Gobierno para la creación de una confederación de Estados independientes?

R. Si nosotros, los zulúes, con nuestros seis millones de habitantes, aceptásemos la independencia, ¿qué sería de nosotros en el contexto surafricano? Nuestra negativa ha hecho al Gobierno apartarse de sus planes para la creación de una federación de Estados, que no reconoce nadie fuera de las fronteras de Suráfrica, y ahora se empieza a hablar por las autoridades de conceder la nacionalidad surafricana a los habitantes de los Estados nacionales. Somos nosotros los que hemos dicho desde el principio que la nacionalidad surafricana no es negociable.

"Fui miembro del ANC"

P. ¿Cree usted que seguirán adelante con la concesión de la llamada independencia a alguna de las, regiones autónomas?

R. Seguirán adelante con aquellos que se presten a sus juegos. ¿Pero qué clase de soberanía o independencia es ésa? Ningún país del mundo va a reconocer esa independencia.

P. ¿Qué le separa del African National Congress y de Nelson Mandela?

R. Como usted sabe, yo fui miembro del ANC y colega de Nelson Mandela durante muchos años. Inkatha es un movimiento fundado siguiendo las líneas de los padres del ANC. Cuando el African National Congress fue prohibido y su rama exterior decidió adoptar la estrategia de la violencia, yo no lo condené. La situación es tan complicada que todas las estrategias que conduzcan a los mismos fines tienen su sitio en Suráfrica. Incluso en 1979 yo me desplacé a Londres al frente de una delegación de 16 personas para hablar con ellos. Yo nunca les he atacado, aunque ellos parecen empeñados en montar una campafía contra mí. En septiembre pasado recibí un télex de Oliver Tambo sugiriendo una reunión. Pero tengo la impresión de que me quieren utilizar de mensajero, y yo no puedo aceptar ese papel porque yo soy un líder elegido por mi pueblo. Parece que, a medida que aumenta la fuerza de Inkatha, la campaña contra mí arrecia. No tendrían por qué sentirse amenazados, porque como ya he dicho anteriormente, hay un papel para todos en la lucha.

P. ¿No cree que el Gobierno está haciendo un mártir de Mandela al mantenerlo aún en prisión?

R. Estoy totalmente de acuerdo con esa afirmación. Y así se lo manifesté al presidente Botha cuando me entrevisté con él en febrero. Le dije que si quería tener un gesto con la población negra debería poner inmediatamente a Mandela en libertad sin condiciones. Su oferta de libertad si renunciaba a la violencia fue una consecuencia de nuestra conversación. Es un gran error mantenerlo en prisión, porque necesitamos a Mandela, su talento y preparación fuera de la cárcel.

P. ¿Inkatha es un movimiento político, cultural, o una mezcla de ambas cosas?

R. Somos claramente un movimiento político, un movimiento de liberación con cerca de un millón de afiliados de todas las clases y de todas las etnias, aunque haya un predominio zulú por haberse fundado en Natal.

En la patria de los zulúes

Desde las orillas del Indico, donde está situada Durban, capital de la provincia de Natal, el viajero recorre 240 kilómetros de carretera serpenteante a través de las montañas de la provincia, cuajadas de plantaciones de caña de azúcar y de bosques de mimosas, pinos y eucaliptos, hasta llegar al valle del Río Blanco Umfuzoli, donde se encuentra Ulundi, capital de Kua Zulu o nación zulú.El paisaje cambia abruptamente en el descenso ¡hacia el valle. La caña de azúcar, motivo de la traída de trabajadores indios a Natal para cultivarla, desaparece para dejar paso a la típica sabana africana de matorrales y árboles pequeños de copa redonda. En ese Valle hace 106 años las tropas del imperio británico aniquilaron a los bravos guerreros zulúes, la nación más poderosa y más fuerte de las que habitan Suráfrica.

Ulundi es una ciudad completamente artificial, creada en medio de un extenso páramo. Todo en ella es nuevo. No existe un solo bloque de apartamentos. Todo son viviendas unifamiliares, pequeños chalés no lujosos pero sí de un gusto exquisito, construidos para los funcionarios autónomos zulúes.

Tras los trámites sencillos de identificación con la policía zulú, el enviado especial de EL PAÍS es conducido primero a la tribuna de Prensa de la Cámara legislativa, que está celebrando una sesión.

Se utiliza el idioma zulú, traducido después de cada frase al inglés. Otro diputado pide al ministro de Justicia que aclare, de acuerdo con la ley zulú, quién tiene que pagar los desperfectos en el caso de que una joven se quede embarazada dos veces porun joven sin empleo.

El líder zulú es alto y fuerte como todos los dirigentes de su raza. Es el heredero de los guerreros zulúes que durante décadas tuvieron en jaque a ingleses y bóers y al resto de las tribus negras surafricanas. Es amable, correcto y enteramente consciente de su posición. Su inglés es correcto, casi sin acento, y viste un traje azul que parece comprado en Saville Road, en Londres. Buthelezi cierra los ojos para concentrarse mejor cada vez que respojide a una pregunta. Su tono es moderado. Sólo se incorpora y eleva la voz en dos ocasiones, para recalcar sus puntos de vista sobre la nacionalidad surafricana y sus relaciones; con el Afrícan National Congress.

La impresión que da es que conoce su propia fuerza y que en este momento es la única baza negociadora que le queda al Gobierno de Pretoria para intentar llegar a una solución negociada del problema interno. Pero tampoco parece que esté dispuesto a esperar eternamente. No hay que olvidar que el grito de batalla de las manifestaciones negras, "Amandhlaawethu" ("La fuerza es nuestra"), es una expresión zulú.

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