La última carta
Señor director: me tiene usted dicho, a propósito de mi contumaz y hasta ahora inédita correspondencia epistolar (escribirme una carta, señor cura), que la sección no responde a un esquema arbitrario. Déjeme que le diga que no me lo creo. Las cartas publicables, para ir por lo derecho, deben arrimar el ascua a la sardina de EL PAIS. Y Como ocurre que las del suscribiente, además de no llevar pólizas, tenían el objetivo de evidenciar que su periódico practica un anticomunismo a ultranza y mil¡métricamente diseñado, era de esperar que acabaran en el cesto de los papeles. Le voy a decir una cosa, un español de 54 años que ha practicado el arte de vivir bajo el lema de que lo nefando que pasaba en el país había que achacarlo a lo judeo-masónico en contubernio con la bota de Rusia o el oro de Moscú, está psíquicamente preparado para que EL PAIS, en un número califique el Pacto de Varsovia como brazo armado de Rusia, y en el siguiente, el a mi entender supervalorado Máximo (qué hartura de bloques, puertas, monolitos y carteles) utilice precisamente un relumbrante y revistero cartelito para pontificar: 30º aniversario del Pacto de Varsovia, a lo que un anónimo (¿de verdad anónimo?) español apostilla: otro que tal baila.Déjeme seguir diciéndole: en el número del 28 de abril publica usted siete cartas, siete, dedicadas al monográfico tema de la desafortunada gestión de Barrionuevo, y pasadas unas páginas del mismo número, en la 24 y 25, vuelve su periódico a mirarse una vez más el ombligo (desengáñese, como decía Álvaro, todos los ombligos son redondos) y nos dedica la lindeza, con titulares reservados a las grandes noticias, de que "Barrionuevo ha equivocado el camino en su demanda contra EL PAIS".
Concluyo. Como su diario independiente tiene la costumbre de disfrazarse de cuando en cuando con la flema tolerante de publicar dardos venenosos contra su propia diana para engaño de infelices, me gustaría que quedaran claras tres cosas: las Cartas al Director es una sección manipulada, su diario sólo se orgasma con la ideología socialdemócrata y, por último, el comunismo, como programa de justicia e igualdad, les merece la más radical repudia, tema éste que uno creía reservado a otro tipo de Prensa. Esté tranquilo, le juro que ésta es la última carta que escribo.-
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