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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bertomeu y Meneses, dos triunfadores

El último concierto de abono, de la Orquesta Nacional, dirigido por el invitado principal, Maximiano Valdés, nos trajo, junto a una meritoria versión de los Cuadros, de Moussorgski-Ravel, dos primeras de importancia: la Sinfonía Concertante, de Agustín Bertomeu, y la actuación del violonchelista brasileño Antonio Meneses en el Concierto de Dvorak.El alicantino Bertomeu (Rafal, Alicante, 1931) presenta rasgos cualificados y diferenciadores dentro de su generación, que no es otra sino la de Halffter, De Pablo, Bernaola, Prieto, García Abril Castillo y Olavide.

De formación amplia y varia -desde Tomás Blanco y Pérez, Casas hasta Boulez y Stockhausen fueron sus maestros-, la primera satisfacción que proporciona Bertorneu en sus obras es la de constatar cómo dice con toda precisión aquello que quiere, sin que la realización de las ideas le pro duzca, al sonar, sorpresa alguna.

Orquesta Nacional de España

Director: Maximiano Valdés. Solista: Antonio Meneses (violonchelo). Obras de Bertorneu, Dvorak y Mussorgski-Ravel.Teatro Real. Madrid, 26, 27 y 28 de abril.

Segundo dato a consignar: me parece que Bertomeu, en su música como en su carácter personal rehúye el llamar la atención. Artista verídico, poco amigo de impro visaciones, el mensaje de Bertomeu tiene siempre algo de intimidad, que se conjuga con un gusto por los colores luminosos y los contornos bien definidos. Instinto y pensamiento mediterráneos los de Bertomeu, sólo aparecen misteriosos por exceso de luz o por distancialismo.

Conjugar la buena comunicación con el auditorio y un no se qué de lejanía puede ser otro de los secretos del músico Bertomeu.

Deseo de claridad

A ello habría que añadir una sensibilidad acústica refinada, aliada con un deseo de claridad y buen orden. Con lo escrito se comprenderá qué es y vale la Sinfonía concertante, obra madura escrita el año pasado por encargo de la Orquesta Nacional de España (ONE) y estrenada ahora.

Sin ser un grafista -esto es, sin otorgar a la grafía otra significación que la de medio y no la de fin-, la soberbia estampa de la escritura de Bertomeu refleja la seguridad de ideas y la firmeza objetiva de soluciones.

Esto es, ante todo, la Sinfonía concertante: pura objetividad musical desnuda de artificio y de apoyos extramusicales. Ni siquiera la valoración de lo sonoro cae en delicuescencia o complaciente sensitividad, pues funciona como lenguaje revelador de un pensamiento sustancialmente musical.

El juego entre individualidades y grupos; la marcha dinámica de las tres secciones principales de que la obra, en su continuidad, se compone; la voluntad de enmarcar expresiones melódico-armónicas de origen tonal (o biensonante, palabra con la que se oculta el término nefando todavía) en un cuadro estructural y una ideología atonales y no contratonales como tantas veces; todo funciona con soltura, nos ofrece sin alharacas sus bellezas y, lo más interesante, nos anuncia el descubrimiento de otras muchas en nuevas audiciones: medida justa de una gran obra.

El público de los viernes -sobre cuyo talante no he de insistir- acogió la partitura con interés y aplaudió a Bertomeu cuando salió junto a Valdés y la ONE, sus intérpretes de calidad.

Pocas palabras para el violonchelista Antonio Meneses (Recife, Brasil, 1957). Es, simplemente, un artista formidable, uno de los herederos de los grandes nombres: Casals, Piatigorski, Cassadó, Rostropovitch.

La belleza de su sonido -insinuante, cadencioso, de extraordinario mordente- se conjuga con una ejecución mecánica perfecta y sirve a una imaginación caliente, controlada en todo instante por el rigor conceptual.

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