El paraíso bursátil
William C. Freund llegó a los Estados Unidos, desde la ciudad alemana de Nüremberg, a los 10 años, "huyendo de Hitler", y se educó en "esta ciudad de oportunidades que sigue siendo Nueva York", en el seno de una familia judia. Su familia le ha legado "un alemán correcto y unas tradiciones religiosas que respeto".Ahora, este hombre de 58 años, profesor de economía, se ha convertido en el vicepresidente de la Bolsa de Nueva York. Y ese es, sin duda, su gran orgullo: "Los directores de muchas compañías norteamericanas y extranjeras me han comentado que nunca olvidarán el día en que sus acciones comenzaron a cotizarse en la Bolsa de Nueva York. Ese es el gran día. El día de la consagración en el paraíso bursátil".
William C. Freund, que llegó hace 17 años a la Bolsa de,Nueva York, recuerda que "también para mi aquel fue un gran día". Freund, que se interesa por conocer el número de judíos que vive en España al tiempo que realiza comentarios sobre las cotizaciones, explica que "un 85% del volumen de todo el negocio de valoes de Estados Unidos se realiza en la Bolsa de Nueva York". Sonrie y dice que "el resto se lo reparten las otras cinco bolsas norteamericanas.
Al vicepresidente y a su vez director general de la Bolsa de Nueva York y no se le puede acusar de pretencioso o pedirle un poco de modestia cuando advierte que "sólo los mejores cotizan en nuestra institución". "Nuestras condiciones", explica, "son muy estrictas, y, por ello, sólo las compañías más importantes consiguen entrar en nuestro listado, que ahora agrupa a unas 1.200 sociedades. Las pequeñas y medianas empresas cotizan en la Bolsa de America". La recesión de los últimos 10 años a contribuido a la internacionalización, y el inversor contempla a la vez las grandes bolsas del mundo: Nueva York, Franckfort, Londres o Tokio.
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