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Adaptacion y negocios

La integración cultural se está haciendo más por la fuerza de voluntad de los refugiados que por las ayudas de las autoridades españolas. El idioma, por ejemplo, se les enseñó únicamente durante un mes, al poco de su llegada, y por profesores que desconocían sus lenguas nativas."La adaptación ha sido más rápida entre los laosianos", cuenta Marusa de la Rocha, directora provincial de refugiados de la Cruz Roja en Madrid. "De todos modos, hay que tener en cuenta que vienen de una cultura completamente diferente. Una de las cosas en que más les cuesta adaptarse es la planificación familiar. No aceptan la contracepción, por lo que las familias son numerosísimas, lo que añade nuevos problemas a su precariedad económica. En Alcorcón, por ejemplo, tenemos una viuda que tiene cuatro hijos; el mayor, de cinco años. El cuarto lo ha tenido, después de enviudar, con un amigo que viene a visitarla desde Francia".

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De Indochina a Ocaña

A Francia precisamente ha ido a parar casi la mitad de los refugiados indochinos que vinieron a España en 1979. En el país vecino, que fue la potencia colonial en el sureste asiático durante casi un siglo, hay muchas ciudades que cuentan con barrios enteros de indochinos.

"Son muy reivindicativos", afirma Amparo Colmenero, "pelean hasta el final cualquier cosa que crean en su derecho. Y su dialéctica es muy distinta a la nuestra.

Cuando vienen a vernos reclamando algo se quedan horas y horas en nuestras oficinas esperando que les demos Ia razón. Además, aunque el grupo no es homogéneo, existe una solidaridad de raza que les hace agruparse y apoyarse cuando piden algo. Pero también son muy laboriosos y tienen un gran sentido de la economía, aunque no suelen soportar un trabajo por cuenta ajena".

Esta última circunstancia es la que ha movido a la Comisión Española de Ayuda a Refugiados (CEAR) a dotar económicamente varios proyectos de pequeños negocios presentados por este contingente de refugiados.

CEAR es un organismo privado que se nutre de fondos propios y de otros que le transfiere el Ministerio de Trabajo a través de la Dirección General de Acción Social. Con ellos se dota de unas 800.000 pesetas a cada familia que presenta un proyecto viable que la independice económicamente. Agrupándose varias familias en un mismo proyecto han conseguido furgonetas para, venta ambulante o traspasos de lavanderías, despachos de pan -como el de Loi Than Duc en Carabanchel- o restaurantes chinos, como Riqueza, cercano a la Gran Vía madrileña, donde Phong Sinphí, que en Vietnam fue soldador en una fábrica de bicicletas, habla de su futuro pensando únicamente en España. "Me gusta España y quiero que se vengan aquí mis tres hermanos, que están en Hong Kong".

Actualmente, Madrid, Baleares, Granada, Navarra y León son las provincias que mayor número de laosianos y vietnamitas albergan. El contingente de indochinos es el más significativo de los refugiados en España después de los que proceden de Latinoamérica, el Caríbe y Oriente Próximo.

Los asentamientos de unos con negocios propios y la estabilidad lograda por la mayor parte de los demás en sus empleos hacen que la Cruz Roja considere prácticamente resuelto el problema de estos refugiados indochinos, opinión que también comparte María Amparo Martín Liébana, asesoracoordinadora de ACNUR en España.

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