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INVERSIONESNUMISMÁTICA

Un negocio redondo para algunas monedas

Los expertos consideran que las monedas de mayor calidad han desaparecido del mercado español, ya que éstas se encuentran bien guardadas en colecciones particulares de las que raramente salen a la venta. De todas formas, se defiende la idea de que las piezas raras y que gozan de buen estado de conservación registran un mayor aumento de la demanda y, por consiguiente, son las que más se han revaluado. Justo al contrario de lo que sucede desde hace cuatro o cinco años con las monedas más modestas, cuyo precio está prácticamente estancado a causa de una oferta abundante.Este criterio, sin embargo, no está relacionado, en contra de lo que pudiera parecer a simple vista, con la presencia de metales preciosos en la aleación de las monedas. El estado de conservación y la rareza de la pieza son elementos que determinan prioritariamente su precio y su revalorización. Tampoco los factores de tipo histórico o cultural influyen en las cotizaciones.

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Actualmente se detecta entre los mayores inversores -que ya han renunciado a una rentabilidad a corto plazo, y apuestan por ganar dinero a años vista- un incremento del interés por piezas españolas prerromanas y medievales, cuyos mejores ejemplares suelen estar fuera del alcance de los coleccionistas medios.

Los dracmas de plata acuñados en Ampurias (año 300 antes de la era común) superan las 50.000 pesetas, aunque algunas imitaciones ibéricas alcanzan cifras cercanas a las 500.000 pesetas. La ceca (localidad donde se acuña la moneda) de Cartagena compitió con las piezas griegas, con sus shekels de plata (en torno a las 70.000 pesetas).

La mayor abundancia de las piezas hispanorromanas hace que éstas se encuentren menos valoradas que las anteriores, aunque la profusión de acuñaciones revaloriza muchísimo una buena colección. Los bronces, en este caso, están mejor cotizados que la plata, a causa de la dificultad de encontrar monedas en buen estado de conservación. Un as de bronce cotiza en torno a las 1.000 pesetas (unas 10.000 sin circular), aunque si la ceca goza de prestigio puede llegar hasta las 20.000.

A su lado, los especialistas anotan una demanda significativa de las onzas de oro y monedas de plata (reales de a ocho, o duros) emitidos a lo largo de los reinados de los Austrias y los Borbones, cuyos precios superan usualmente las 150.000 pesetas.

Las monedas hispanoárabes, que hasta hace poco tiempo estaban olvidadas por los inversores, también se han beneficiado del interés despertado en diferentes países árabes, especialmente entre los exportadores de petróleo. Aunque el mercado nacional no estima demasiado unas piezas difíciles de leer y con una presentación no muy atractiva, su busca y captura ha sido muy rentable desde el punto de vista exportador (un dinar hispanoárabe de oro supera las 60.000 pesetas).

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