El paternalismo del cambio
La Organización de Naciones Unidas declaró en 1979 que se celebrara un Año Internacional de la Juventud, y precisamente escogió 1985 para el desarrollo de tal acontecimiento.No es menos cierto que este tipo de eventos, y tras la experiencia de otros años, presente a primera vista un incierto panorama, pues las resoluciones proclamadas en el transcurso de los mismos casi siempre han caído en saco roto.
Ésta podría ser la primera conclusión con que los jóvenes españoles, en concreto, afrontamos este Año Internacional de 1985.
Ilusión perdida
Pero para ahondar un poco más es preciso analizar antes el contexto socio-político en que se mueve el joven en España en 1985.
Creo que es evidente que los problemas de los jóvenes se han multiplicado desde 1982, precisamente cuando llegó el partido socialista al poder, recogiendo la confianza de un amplio sector juvenil, que veía en el cambio un sustancial revulsivo par salir de su frustración generacional heredada desde inmemoriales tiempos.
Hoy podemos decir que esa juventud que se alineó con el cambio ha perdido la ilusión en el programa socialista, y la que no creyó nunca en los fundamentos esgrimidos para posibilitar el cambio, ratificó al cabo de dos años sus dudas e incertidumbres de manera negativa.
El aumento imparable del paro juvenil, la escalada de la toxicomanía en nuestro país, los escasos hábitos participativos de los jóvenes españoles, la embrionaria estructura asociativa propia de una democracia inmadura como la española, el caduco sistema educativo y la enjuiciada incompetencia de nuestra Universidad, hacen que cuestionemos los modos y los hábitos con que nuestros actuales gobernantes rigen los destinos de nuestro país.
No se puede hacer uso del poder a golpe de rectificación. Y sin tener medianamente claro a dónde se quiere ir y qué recursos se van a tomar para conseguir el fin que se propone.
Todo esto no es más que consecuencia de seguir viviendo de un paternalismo estatal, hoy más descarado que nunca, que viene siendo ya habitual en los modelos políticos de origen decimonónico como es el socialismo.
Nosotros hablamos de una sociedad moderna, donde todos contribuyan desde sus deberes y derechos a la plasmación de un nuevo concepto de Estado. Un Estado con atribuciones perfectamente definidas y limitadas, donde los individuos protagonicen el progreso, el desarrollo, la justicia y la libertad: un Estado que sea espejo de un orden nuevo económico, cultural y social creado desde abajo y no desde la cúspide, como ha sido hasta ahora.
Diría más incluso, un Estado que en cualquier momento posibilite su propia transformación, sin violencias ni rupturas.
Cambio de Estado
Creo que ésa es la auténtica transformación a la que debemos proceder: ¡un cambio de Estado, con todas sus consecuencias! Las pautas se están dando ya en algunos países, donde el pensamiento neoconservador, la revolución neoconservadora significa un auténtico progreso en nuestro tiempo.
Las figuras intelectuales norteamericanas más destacadas abordan hoy esta singladura. Es ahí donde nosotros pretendemos avanzar para generar puestos de empleo, inversión, riqueza; para acabar hoy con la inhibición de tantos jóvenes marginados del pulso nacional y para crear un sistema educativo, organizativo y de participación acorde con las exigencias que demanda hoy la juventud a las puertas del siglo XXI.
Se impone hoy la creación de un marco nuevo de convivencia, donde las libertades existan desde la praxis y no desde la formalidad.
He querido hacer este análisis porque la problemática juvenil no está inconexa a otras problemáticas de fondo que hoy perviven. Estamos ante un Estado que cada vez usurpa mayores atribuciones, ante la indefensión del ciudadano, y que además no le garantiza ni mejores servicios ni le protege sus libertades primarias.
Los jóvenes somos un mecanismo más de desajuste en ese difícil equilibrio al que el socialismo bisoño que nos representa quiere proceder. Me temo que nuestros problemas, en la mayoría de los casos, son cuando menos consentidos, porque de ese modo se entretienen energías que podrían ponerse al servicio de otros ideales que no comulgan precisamente con los valores pregonados por este socialismo reaccionario y temeroso.
El Año Internacional de la Juventud 1985 tiene un claro objetivo: estimular a la opinión pública de los graves problemas que hoy tienen planteados muchos jóvenes. Evaluar su situación real e iniciar un plan concreto de iniciativas y propuestas que puedan ser acometidas con la mayor urgencia por la actual Administración. Hemos estado siempre en primera línea en la defensa de los derechos y de los intereses de los jóvenes. Nuestra conducta ha sido siempre estar presentes en los foros de juventud y ofrecer programas realistas y viables.
Denunciamos a la vez, ante la opinión pública, la manipulación que se está haciendo sobre este tema, desviando conscientemente la atención de lo que es, a nuestro entender, el problema principal: la falta de una auténtica política de juventud y escaso interés por ponerla en marcha.
Hacemos una llamada a todos los jóvenes españoles para que no perdamos una oportunidad al alcance de la mano, de abordar una reflexión social profunda y de homogeneizar unas conclusiones que son para nosotros urgentes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.