Los desconfiados han vuelto a salirse con la suya
El sector que desconfiaba del alcance de las últimas subidas tenía razón, y el mercado no se ha mostrado remiso en dársela, pues en una sola sesión se han situado la mayoría de las cosas en su sitio. Un análisis más detallado de las propuestas que deben producir variaciones en algunos indicadores socioeconómicos ha demostrado que habrá que alargar un poco más los plazos, es decir, esperar, para poder empezar a ver los resultados de cara a los mercados de valores.El caso de producirse un descenso real de los impuestos, el incremento del consumo no sería, en la mayoría de los casos, espectacular, ya que se daría en las rentas más pequeñas. Sí que se notaría en el sector de la construcción un aumento de la demanda si desgrava la compra de una segunda vivienda, pero primero hay que aprobar la medida y después empezar a construir, con lo que el reflejo en las cuentas de resultados de las empresas y su repercusión en la bolsa tardaría unos meses en llegar. La conclusión de todo esto es que ha habido mucha precipitación a la hora de las alegrías.
El porqué de esta prisa por generar mejoras en los precios hay que buscarlo en el propio mercado, muy necesitado de una noticia positiva tras más de dos meses de estéril espera. Era demasiado fácil presentar esta posibilidad como si de una expectativa favorable se tratara. Era la profecía que se cumple a sí misma: a base de repetir que en cuanto llegara una buena noticia los mercados despegarían de nuevo, despegaron.
Los primeros recelos empezaron a generarse al ir conociéndose los volúmenes que había alcanzado la contratación de acciones, que si bien significan el máximo conseguido en este mes, se han quedado por debajo de los 1.400 millones de pesetas efectivas, de los que las compras a crédito tan sólo representaron un 4% del total contratado.
Al final todo queda como estaba, con la excepción del sector de construcción, que logró mantener alguna demanda alrededor de sus valores, constituyendo así el único vestigio del paso de las palabras del ministro de Economía y Hacienda, Miguel Boyer, por los patios de operaciones. Aún en plena resaca, se trataba de recordar los parámetros con acuerdo a los cuales se estaban moviendo los mercados en estos últimos días, y se cayó en la cuenta de que está a punto de aparecer el índice de precios al consumo del pasado mes de marzo, que, sin duda, tiene mucho que decir en cuanto a la línea que puedan seguir las bolsas en los próximos días.
Los dividendos de las compañías eléctricas, aún sin resolver, volvieron a ser objeto de conversación después del día de vacaciones que disfrutaron como tema preferido y obligado de los inversionistas y, en fin, se recordó que sólo se tiene como dato positivo la intención de corregir algunos defectos.
La situación al cierre no indicaba diferencias sensibles de opinión en cuanto a la coyuntura del mercado. Una vez más, casi todos estaban de acuerdo en que hay que dejar los buenos deseos a un lado y proceder con más cautela al análisis de los hechos.
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