Yihad Islámica se atribuyó en 1983 la matanza de la Embajada de Estados Unidos en Beirut, con 62 muertos
Nada más ser sacudida la ciudad por una fuerte explosión, el teléfono sonaba ya en la delegación en Beirut de una agencia de prensa internacional y antes de que las emisoras locales o la radio de la policía precisasen su origen, una voz anónima reivindicaba a la redactora atónita que había descolgado el auricular la voladura de la Embajada de EE UU en la capital libanesa. Era el 18 de abril de 1983. En el edificio desplomado había habido 62 muertos, incluidos 11 norteamericanos, y por primera vez los servicios de seguridad occidentales iban a empezar a tomar en serio a un grupo terrorista autodenominado Yihad Islámica.
Este mismo grupo se había estrenado un mes antes con unos pequeños atentados perpetrados contra el contingente francés de la fuerza multinacional cuatripartita entonces destacada en Beirut.Casi siempre recurriendo al teléfono, pero a veces enviando un recadero con un texto escrito a mano en árabe, que la seguridad libanesa nunca se preocupó de recoger, Yihad Islámica ha asumido la responsabilidad de varias de las mayores hazañas de la historia del terrorismo, entre las que destacan la destrucción sincronizada, en octubre del mismo año, de dos acuartelamientos militares francés y norteamericano donde murieron 300 soldados, y en noviembre la del cuartel general israelí en Tiro, con un saldo de más de 40 víctimas mortales.
Un mes más tarde, el 12 de diciembre de 1983, el portavoz anónimo del grupo terrorista volvía a dar una sorprendente prueba de credibilidad al declararse autor de siete explosiones en Kuwait, incluidas las que afectaron a las representaciones diplomáticas de EE UU y Francia, cuando hasta aquel momento los medios de comunicación sólo habían señalado seis.
Más tarde, la policía del emirato informó que había conseguido desactivar en el último momento un séptimo artefacto explosivo, cuya colocación era conocida de antemano por el interlocutor telefónico de la agencia de prensa, y después logró incluso detener a 17 libaneses e iraníes juzgados por ser los autores de la peor oleada de terrorismo jamás padecida por Kuwait y desde entonces encarcelados.
Pero en el largo elenco de las llamadas telefónicas de Yihad Islámica a las agencias de noticias hay también reivindicaciones abusivas que tienden a restarle credibilidad como la del cuádruple secuestro, a finales de marzo, de dos empleados administrativos del Consulado de Francia en Beirut Oeste y de dos ciudadanos británicos.
El 28 de marzo, unas desconocidas Brigadas de Jaybar -oasis situado al norte de la ciudad santa saudí de Medina, que fue conquistado por el imán shií Alí- atacaban en un comunicado a la Yihad por haberles usurpado la autoría de la captura y aseguraban detener a tres rehenes cuya próxima liberación anunciaban y que tuvo, efectivamente, lugar en los últimos días del mes.
Contradicciones
A veces, incluso los supuestos portavoces de la organización terrorista se contradicen entre sí y, por ejemplo, a pesar de que uno de ellos afirmó en enero que de todos los ciudadanos norteamericanos residentes en Libano sólo los periodistas estaban autorizados a permanecer, el 16 de marzo, el director regional para Oriente Próximo de la agencia de prensa norteamericana The Associated Press, Terry Anderson, fue apresado por hombres armados, y Yihad Islámica no tardó en reivindicar su captura. De la profusión de llamadas telefónicas y comunicados, los expertos en terrorismo han sacado la conclusión de que bajo el nombre de Yihad Islámica actúan por lo menos varios movimientos integristas shiíes que atacan sobre todo a EE UU, por ser el principal aliado de Israel, y a Francia, porque junto con la URS S, es el mayor proveedor de armas de Irak, en guerra contra un país cuyo régimen se inspira en la misma confesión religiosa.
A estas deducciones se añade la certeza de que uno de sus objetivos a corto plazo consiste en obtener la liberación de los 17 prisioneros de Kuwait -los únicos miembros de la organización hasta ahora encarcelados- y así lo han manifestado en los efímeros contactos que han mantenido, a través de intermediarios, EE UU y los terroristas que afirman detener a cinco rehenes norteamericanos.
Uno de ellos, el reverendo presbiteriano Benjamin Weir, capturado en Beirut en mayo de 1984, pedía en una carta enviada en febrero a varios refugiados de Nueva York que "la Administración de EE UU actúe con eficacia ante el Gobierno de Kuwait" para obtener la liberación de los 17 presos, a cambio de la cual la Yihad Islámica aceptará acaso poner en libertad a sus cautivos estadounidenses.
Secuestro en Teherán
Hasta ahora, el emirato se ha negado tajantemente a soltarles, como bien quedó demostrado durante el prolongado secuestro, en diciembre, de uno de sus aviones civiles en el aeropuerto de Teherán por unos piratas árabes que exigían justamente la excarcelación de sus 17 compañeros.
¿Qué grupos se esconden detrás de Yihad Islámica? Los servicios occidentales han barajado los nombres de los integristas shiíes libaneses del Hazbollah (Partido de Dios) y del Amal Islámica (Esperanza Islámica), una escisión radical del movimiento armado Amal que controla parcialmente Beirut Oeste, así como el de la facción iraquí pro iraní de Al Daua al Islamia (El Llamamiento Islámico).
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