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Yugoslavia tiende la mano a los sucesores de Enver Hoxha

Los yugoslavos han reaccionado a la muerte de Hoxha tendiendo sus sucesores la mano de la reconciliación y enviando al jefe del Estado, Ramiz Alia, un seco telegrama de pésame. "El propio Enver Hoxha calificó nuestras relaciones de nexos de hermandad y amistad en 1946", dos años antes de que Yugoslavia rompiera con Stalin, se dice en un comunicado semioficial de la agencia Tanjug.

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Los albaneses saldrán dentro de unos meses a Europa por ferrocarril a través de Yugoslavia. Los intentos de comunicar el país mediante transbordadores con Venecia y Trieste no dieron resultado, y Albania ni siquiera tiene una flota aérea propia. Las buenas relaciones entre el Goliat balcánico yugoslavo y el David del barril de pólvora de Europa, Albania, son fundamentales para Europa. Muchos podrían aprovechar sus conflictos. Pero las relaciones albano-yugoslavas no son fáciles, porque existe la manzana envenenada de Kosovo, región autónoma yugoslava poblada por una mayoría albanesa. En el año 1981, caían en enfrentamientos entre nacionalistas albaneses de Yugoslavia y la policía federal de ese país nueve personas, y más de un centenar resultaron heridas. La región estuvo en estado de excepción durante un año, y los ánimos todavía no se han calmado entre los casi dos millones de albaneses que hay en Yugoslavia. Tirana les apoya moralmente en sus reivindicaciones nacionalistas.

El propio Ramiz Alia, actual jefe del Estado albanés y probable sucesor del fallecido Enver Hoxha al frente del partido, procede de una familia de albaneses de Kosovo que tuvieron que emigrar a Albania tras la constitución de la Federación Sudeslava, después de la II Guerra Mundial. Es de suponer, por ello, que no cultive especial simpatía por Yugoslavia.

Pero a Albania le resultaría imposible acercarse demasiado a Occidente sin poner en peligro su sistema, anclado en el lindero entre los siglos XIX y XX. Varias invasiones de comandos anticomunistas le llegaron a Albania desde Occidente a partir de 1945; los últimos, en 1982. Pero todos ellos fueron aniquilados. Tras abandonar el Pacto de Varsovia en 1968, el retorno al Este sería doloroso para Tirana. Las relaciones con Washington y Moscú podrían mejorar poco a poco, al ritmo de una distensión que tal vez comience a afianzarse en el plano internacional.

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España es capítulo aparte en los proyectos albaneses de apertura al mundo. Madrid no responde a las insinuaciones de Tirana, que desea entablar relaciones diplomáticas. La desaparición de Hoxha cierra una época de insultos a la Corona española, y la reconciliación parece ahora más viable. Italia y Yugoslavia son los principales socios económicos de Albania en el mundo.

Pero Enver Hoxha declaró en uno de los últimos congresos de su partido: "Aunque deseamos potenciar nuestras relaciones con Roma, no olvidamos las lecciones de la historia". Se refería a la invasión de Mussolini, en 1939.

En cuanto a Yugoslavia, la poderosa fracción titista de Koci Hoxhe intentó imponerse a Hoxha después de la guerra.

Todo concluyó en una trágica purga tras la ruptura de Tito con Stalin. Desde entonces, Yugoslavia fue para Hoxha el principal demonio revisionista que, desde los tiempos en que el luego disídente Milovan Djilas colaboró íntimamente con Tito, habría empezado a deshilachar la madeja del leninismo.

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