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Tribuna:LAS VÍCTIMAS DE LA CARRETERA
Tribuna
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Accidentes, ¿parte de nuestras vidas?

Los accidentes en las carreteras españolas durante períodos de tráfico intenso, tales como vacaciones o fines de semana en el verano, ya han sido aceptados totalmente como producto de la suerte o fatalidad de nuestras vidas. Los accidentes de vehículos motores, urbanos y de carretera constituyen la segunda causa más importante del incremento de la mortalidad de España en la década de los años setenta al ochenta, luego de los accidentes industriales, y ambas muy separadas de la tercera causa: el cáncer de pulmón.

Esto significa que hoy hay aproximadamente un 30% más de muertes por accidentes que en 1970, un ritmo de crecimiento in dudablemente superior al del crecimiento de la población de vehículos para el mismo período. Pero lo más desesperante de todo es que estas muertes significan la pérdida de mucha vida joven. Así, de cada 100 jóvenes muertos entre las edades de 15 y 24 años, 60 morirán víctimas de accidentes.

En 1983, los aproximadamente 73.000 accidentes que sucedieron (33.000 en carretera y 40.000 en zonas urbanas) produjeron unos 3.800 y 1.000 muertos, respectiva mente, y unas 120.000 víctimas en totalidad, de las cuales unas 34.000 serían heridos graves que pasaron a engrosar el ejército de minusválidos españoles por el resto de sus días.

Transeúntes

Cuando los medios de comunicación se refieren a las víctimas de estos accidentes, usualmente dan la idea errónea de que éstos tienen efectos únicamente sobre los ocupantes de los vehículos envueltos, pero los transeúntes son también una víctima sustancial de estos hechos prevenibles. El 45% de las muertes en estos accidentes urbanos en 1983 fueron transeúntes, mientras que entre las víctimas de carretera los conductores representaron el 50% de los decesos, con el resto dividido casi a medias entre transeúntes y pasajeros ocupantes del vehículo.

La mayoría de los transeúntes morirá como resultado de cruzar la calzada fuera de la intersección (cerca del 60%), mientras que circular en la carretera en el mismo sentido que los vehículos y cruzar la. calzada por la intersección, desobedeciendo la señal del semáforo en la ciudad, representan cada uno el 10% de las muertes.

Al analizar las causas de muertes y accidentes de los ocupantes de vehículos nos encontramos con una serie de situaciones, también prevenibles. Aunque multifactoriales, las causas de accidentes se deben a factores relacionados con el diseño de las carreteras, al conductor -su técnica de conducir y aptitud psicofísica- y finalmente al vehículo mismo.

Así, en este último factor el 75% de los accidentes se produce en vehículos de la clase turismo que tienen más de dos años de vida, llegando al 85% en vehículos de transporte de pasajeros. Los fallos más conocidos corresponden a ineficacia de frenos, problemas con la dirección y neumáticos desgastados.

Estudios retrospectivos de accidentes de tráfico revelan, sin embargo, que la gran mayoría es causa de fallos humanos, como en el caso de los transeúntes. Así, analizando la técnica de conducir en accidentados, las infracciones más comunes en España son circular a una velocidad peligrosa y sobrepasar la. velocidad establecida, que constituirán entre sí el 30% de los accidentes con víctimas. También serán importantes, aunque algo menos, no mantener el intervalo de seguridad con el vehículo que va delante, no respetar las prioridades de acuerdo a lo establecido y girar incorrectamente. Todo esto tal vez no diga nada como causa, pero lo más serlo es conocer que, muy por el contrario de lo racional, estas últimas infracciones han aumentado su significación en la producción de accidentes a expensas de conductores con licencias de más de cinco años de antigüedad, es decir, conductores muy experimentados. En cuanto a la aptitud psicofísica del conductor, el 3% -y con tendencia al aumento- de los conductores involucrados en accidentes con víctimas tenía más miligramos de alcohol en sangre de lo permitido. Pero lo más escalofriante es conocer que el 45% de los accidentes se da en conductores que han conducido por tres o más horas sin descansar.

Pero no solamente los conductores de automóviles sufren estos problemas. Aquellos al mando de bicicletas y motocicletas corren suerte parecida, y así se puede decir que esta última es la forma más peligrosa de transporte. Sería importante recordar aquí el triste experimento estadounidense por el cual 24 Estados relajaron su legislación sobre el uso de cascos protectores. Ello provocó un incremento del 38% en muertes de motociclistas por accidentes, mientras que dicha tasa no se alteró en aquellos Estados donde el uso obligatorio de cascos se mantuvo.

Teniendo en cuenta la posibilidad real de complementar las medidas legislativas que han probado ser efectivas para controlar sustancialmente el grado de accidentes en países más desarrollados, sería racional considerar la introducción en España de alguna de las siguientes medidas:

- Requerimiento legal de una revisión de seguridad en vehículos de más de dos años de vida para obtener licencia anual.

- Modificación del diseño vial de los puntos negros de carreteras (donde se producen reiteradamente accidentes) y vía para bicicletas.

- Cinturón de seguridad obligatorio para ciudad y para pasajeros de vehículos.

- Educación vial del transeúnte, especialmente niños en edad escolar y tercera edad, los grupos de alto riesgo y donde más accidentes y muertes ocurren.

- Mayor severidad en las penas a conductores infractores, particularmente por ingestión de alcohol y por condución azarosa.

Con estas medidas se vería más cercano el horizonte de la derrota de la fatalidad de los accidentes de tráfico españoles.

Carlos Ferreyra Núñez es médico epidemiólogo.

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