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INVERSIONES

Mejor tener una joya en las manos que 1.000 sillas volando

Los inversores habituales del mundo de las antigüedades dirigen sus compras, preferentemente, hacia aquellos objetos que poseen un valor crematístico propio, lo que supone una garantía a la hora de vender las piezas. El valor de las joyas, o de objetos fabricados en oro, platino, plata, diamantes o piedras preciosas se encuentra muy al resguardo de cualquier moda o de un cambio en el gusto de los coleccionistas.Precisamente para curarse en salud, este tipo de inversores busca piezas que no sean de gran tamaño ni cuyo precio sea excesivo -lo que rebajaría su liquidez-, en todo caso que no superen las 500.000 pesetas, aunque se pueden encontrar en el mercado español bellas piezas de oro que no pasan de las 100.000.

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Otro sector importante es el del mueble (especialmente sillería de caoba), en el que se registra una preferencia por el mueble inglés de finales del siglo pasado, que cuenta con grandes defensores y, además, puede ser utilizado según los estilistas junto a otras piezas actuales. Los muebles franceses son mejores y más caros, pero su emplazamiento en una casa moderna ofrece muchas dificultades. A nivel de ejemplo, una silla inglesa de caoba puede costar unas 70.000 pesetas.

En cuanto a relojes, los expertos buscan marcas prestigiadas, como Cartier, Losada o Breguet. Las piezas cotizadas son siempre de oro y su precio se sitúa en torno a las 200.000 pesetas, aunque si cuentan con mecanismo sonoro aumenta su valor.

También se encuentra en el centro de atención todo lo relacionado con los libros, especialmente en lo que se refiere a primeras ediciones -mejor, si cuentan con grabados-, aunque a nivel de precios se ven superados por manuscritos y diversos tipos de documentos, sobre todo si están inéditos.

Una edad para el bronce

Pero tampoco se pueden olvidar las piezas españolas de bronce -Benlliure, por ejemplo- o los animalistas franceses del siglo pasado y, en menor medida, objetos italianos o alemanes. Mientras que los primeros pueden cotizarse por encima del medio millón de pesetas, los segundos raramente superan las 150.000 pesetas; en el último caso, por 30.000 pesetas se puede encontrar alguna pequeña pieza de calidad.

A nivel de porcelanas se ha perdido el gusto por lo oriental, aunque las tradicionales piezas japonesas o chinas continúan siendo muy apreciadas. No obstante, parece notarse un mayor interés por las escuelas europeas de Limoges, Sèvres o Meisen, sin despreciar a la española del Buen Retiro y a otras piezas de cerámica: Talavera, Manises, Puente del Arzobispo o Teruel.

Finalmente, cabe reseñar el atractivo que ofrecen los tapices de origen indoeuropeo -Persia, Kurdistán-, que pueden encontrarse por menos de 100.000 pesetas; marfiles japoneses del siglo XIX, e ¡conos rusos de los siglos XVIII y XIX, aunque en este último capítulo los precios oscilan desde 50.000 a 500.000 pesetas, según la calidad.

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