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INVERSIONES

Valer más por viejo que por diablo

La inversión en antigüedades exige el asesoramiento de expertos cualificados

Comprar antigüedades siempre ha sido propio de sociedades cultas y con un nada despreciable poder adquisitivo, ya que cultivar el amor por las culturas anteriores ha salido bastante caro. En España, por esta razón, el protagonismo de este mercado surgió en la década de los años sesenta, que estuvo presidida, a su vez, por el relanzamiento económico y por el retorno al cultivo de las tradiciones nacionalistas.Desde aquellos años hasta ahora ha llovido bastante. La crisis económica, que se generalizó en todo el mundo a partir de 1973 también afectó negativamente al campo de las antigüedades, que sufrieron un importante retroceso. En la actualidad, sin embargo, comienza anotarse cierta recuperación en el mundillo de las subastas, cada vez efectuadas con mayor rigor y regularidad, y que han pasado de ser un acto chic para clases sociales privilegiadas a convertirse en un negocio. Este florecimiento puede verse incentivado ahora por el más favorable tratamiento fiscal a la hora de comprar este tipo de objetos.

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Para los no iniciados, la primera dificultad de este mercado es delimitar sus fronteras. Una antigüedad, por definición, es un objeto que pertenece a una cultura precedente. Y, aunque en un principio solamente se incluyeran aquí pinturas o esculturas, en la actualidad las subastas abarcan desde automóviles hasta vinos, pasando por abanicos, muebles, libros, manuscritos, y un larguísimo etcétera.

A su vez, cada uno de estos sub sectores tiene sus propias reglas de juego y sus picardías.

Y también, en mayor medida incluso que en el mercado del arte las modas imponen sus dictaduras, por lo que los gustos o preferencias de hoy sólo tienen un valor de referencia para este momento. Lo que gusta en la actualidad puede perder mañana todo el interés. Por ello, los inversores deben dirigirse hacia aquellos objetos que cuenten con cierto valor propio -oro, platino, plata, diamantes, joyas-, lo que les permitirá estar más al abrigo de cualquier futuro cambio de moda, al tiempo que gozarán de una mayor liquidez en caso de tener que venderlos precipitadamente.

Todo el oro que reluce

A simple vista parece que los inversores se acercan con mayor preferencia al mundo de las joyas y libros, seguido por los muebles, cerámica, relojes, tapices, instrumentos musicales, biombos, bronces, marfiles, cristales, cajitas de Campoamor y piezas arqueológicas. Casi la mitad de las ventas -que algunos expertos cuantifican en torno a los 5.000 millones de pesetas anuales- se sitúan en objetos cuyo precio no supera las 50.000 pesetas. Eso indica, por otra parte, que este negocio se mantiene muy alejado respecto a otros países europeos, en los que las ventas de piezas millonarias suele estar a la orden del día.

De todas formas, la inversión en antigüedades continúa siendo propio de una elite cultivada, que frecuentemente relega a un segundo plano los aspectos puramente monetarios en favor de los criterios artísticos. Cuando esto no ha sido así, los compradores por regla general se han llevado a casa objetos de dudoso valor, lo que les ha supuesto importantes pérdidas económicas a largo plazo.

También, a la hora de analizar la actual estrechez del mercado, hay que tener en cuenta las importantes salidas de objetos en la década de los sesenta, propiedad de rancias familias venidas a menos. Ese camino para introducir nuevas piezas en el mercado ya ha dado todo de sí y los profesionales tienen puestas sus esperanzas en una flexibilización de la legislación española para poder importar piezas del exterior, ya que ahora éstos deben pagar un 26% de gravamen, frente a una media del 12% en los países miembros de la Comunidad Económica Europea.

En este sentido, las subastas de antigüedades en España, a pesar de que existen numesosas salas que trabajan regularmente este sector -como Durán, Berkowitsch, Ansorena, Brok y Pontevecchio, sin olvidar a las multinacionales Sotheby's y Christie's-, no llegan a ser el centro de este mercado, cuyos precios vienen determinados más por las transacciones que realizan los anticuarios, que suelen contar con una clientela muy definida a la que reservan aquellas piezas de mayor precio y calidad. A su lado, las diferentes ferias especializadas que se celebran en las principales ciudades españolas también son un buen medio para conocer la evolución de precios y tendencias.

La seriedad bien entendida

De cara a los inversores no especializados, los expertos aconsejan introducirse en un sólo sector, poco a poco, para conocer las diferentes escuelas, nacionales e internacionales, y recurriendo a la ayuda de anticuarios de confianza. Es relativamente fácil comprar piezas falsas, ya que existen técnicas muy avanzadas para envejecer artificialmente objetos contemporáneos. Estos procedimientos, por otra parte, raramente se emplean con los muebles, ya que a los actuales niveles de precios puede salir más cara la falsificación que las piezas originales, excepto en aquellos casos de piezas muy costosas.

Para evitar sorpresas desagradables, los anticuarios suelen indicar a sus clientes que exijan certificados que garanticen la autenticidad de las objetos adquiridos y que estén avalados por la firma de un experto. El coste de este procedimiento, sin embargo, lo convierte en poco práctico a la hora de comprar piezas de un valor relativamente modesto, aunque es indispensable para aquellas objetos de alto valor.

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