Manuel Marín, un negociador vehemente

Fue el diputado más joven en la legislatura de 1977. Manuel Marín tenía entonces 27 años y hacía tres o cuatro que había tomado contacto con el PSOE, de la mano de Francisco López del Real. Su entrada en el PSOE se produjo precisamente en Bruselas, durante el curso de una sesión del Tribunal Russel. Nacido en Ciudad Real, es doctor en derecho y diplomado en Altos Estudios Europeos por el Colegio Europeo de Brujas.En 1975 vino a Madrid como liberado del PSOE y comenzó a trabajar en el departamento de Relaciones Internacionales, al lado de Luis Yáñez, hoy presidente del Instituto de Cooperación Iberoamericana. De su paso por UGT recuerda que colaboró con Nicolás Redondo en la reorganización de las federaciones de industria, y dentro del partido es considerado un hombre de Guerra.

Conversador ameno e incansable, tiene fama de negociador duro, condición que enmascara tras su barba y su aire de joven progre pasado por el tamiz de los más de dos años agotados en el Palacio de la Trinidad. Quien le conoce asegura que resulta, a veces, excesivamente insistente, que desciende demasiado al detalle para explicar sus argumentos y que incluso busca el ejemplo popular, de paisano manchego, para dejarlo todo muy claro.

Para Manuel Marín, la negociación agrícola se traduce, aparte de los evidentes argumentos políticos que confluyen en ella, en un número concreto de lechugas, cajas de peras limoneras, hectáreas de viñedos y litros de aceite. Todo ello, salpicado con frecuentes latinismos, consecuencia, tal vez, de sus estudios jurídicos, y con un concreto afán de ser claro, de que no haya duda en su exposición.

Desde la oposición

Su vehemencia ya había quedado clara cuando en 1978, desde la oposición y desde sus veintitantos años, realizó un ataque furibundo contra el tratado de pesca entre España y Marruecos. Fue la misma vehemencia utilizada por el ya menos joven diputado cuando se enzarzó con el entonces ministro José Pedro Pérez-LLorca en una agria discusión sobre la posición de España respecto a la guerra de Las Malvinas. Corría entonces el año 1982. Era el mes de mayo y el PSOE acariciaba La Moncloa.

Después, su nombramiento como secretario de Estado para las Relaciones con la CEE. Manuel Marín ha estado ligado al ministro Morán sin intentar en ningún caso pisarle protagonismo. A su sombra, ha sido, sin embargo, el hombre que ha cargado con lo más ingrato de la negociación.

Está casado va ya para dos años. Y las gacetillas de sociedad aseguran que el acto, celebrado en un juzgado de la calle de Velázquez, en Madrid, tuvo lugar en la más estricta intimidad.

Anoche, tal vez ahora, tras las horas de sueño y de cansancio, Manuel Marín, desde sus 35 años, recuerde que fue aquí, en Bruselas, hace apenas una década, donde él se dejó guiar hacia un partido que, entonces, comenzaba a ocupar un lugar en la escena política española. Posiblemente jamás pensó que sería él, 10 años después, el que tendría en sus manos las negociaciones más importantes de su país.