De Jerez a El Puerto
Rafael de Paula ha tardado 45 años en hacer un corto recorrido, apenas 20 kilómetros, desde su localidad natal, Jerez de la Frontera, hasta el penal del Puerto de Santa María, llenos, sin embargo, de sonidos jondos y pasiones profundas.Partió de Jerez, de su Barrio de Santiago, donde naciera rodeado de calles y casas que han sido cuna de gitanos grandes en el cante, el toque o el baile flamenco. Un barrio que ha sufrido el desarraigo de sus gentes y que ahora, rehabilitado, intenta recuperar viejos sabores.
Y acaba de llegar a la prisión de El Puerto de Santa María, población en la que se hiciera famoso su antiguo penal, que, según las coplas, era peor que la propia muerte.
Por encima de la historia personal de una pareja, Rafael y Marina, se crea el mito para un torero: el torero de Jerez, salido del barrio de los gitanos.
Los colores de su traje de luces cuando fue detenido en la plaza -nazareno y oro- parecían la portada de una Semana Santa próxima, que se vivirá con calor y entusiasmo en su barrio, mirando todo él a su venerado Cristo del Prendimiento, el prendi.
El Barrio de Santiago, alma y duende de Jerez, conserva la cara mientras que, por dentro, modernos apartamentos cambian sus interiores. Gitanos exiliados a enormes barriadas del extrarradio guardan la esperanza de regresar y dar de nuevo vida a las calles como la de Cantareria o Nueva.
El penal tampoco lo es ya. Ha pasado a ser una moderna prisión, perfectamente equipada, con voluntad de conseguir que la calidad del internamiento esté a la altura de su infraestructura.
A Paula le han cantado por bulerías y sevillanas. Sonidos más tristes han relatado la dureza del penal. Nada es como fue y resulta difícil imaginar qué música encaja en la historia de un Rafael de Paula, torero, gitano de Jerez, en la enfermería... de una prisión, presuntamente implicado en una historia, dicen que de celos, con muchos intermediarios.
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