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Reportaje:

Aumenta el número de seminaristas en las diócesis españolas

La Iglesia católica española está asistiendo desde 1980 a una leve recuperación de sus vocaciones sacerdotales, tras 15 años de continuo descenso en el número de seminaristas. Los seminarios están cambiando. Del modelo de los años sesenta, encerrado en sí mismo y ajeno a la sociedad, se está pasando a un sistema abierto y descentralizado. En Madrid, por ejemplo, la mayor parte de los seminaristas vive en pequeñas comunidades ubicadas en barrios obreros.

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Un seminario de antaño

De los 8.902 jóvenes que en el curso 1964/1965 seguían estudios en los seminarios mayores de España, se pasó en el 1978/1979 a 1.505. Fue una caída en picado, año tras año, a la que acompañó un paralelo descenso en el número de sacerdotes ordenados.Pero la crisis no se registró sólo en España. En el mundo, el número de seminaristas pasó de 73.000 en 1970 a 60.000 en 1975.

Joaquín Martín Abad, director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades, comenta: "Tendríamos que preguntarnos antes de nada si la crisis fue de los seminarios o de la figura del sacerdote. "Aquella caída coincidió con las transformaciones económicas del desarrollismo y con mayo del 68. La juventud de esos años, y también la de hoy, tiene miedo a los compromisos definitivos, sea el sacerdocio o sea el matrimonio. El mismo ambiente familiar, que anteriormente era muy propicio a fomentar las vocaciones, sufre un cambio importante. Otro fenómeno, el auge de las vocaciones seglares, hizo disminuir también el número de jóvenes dispuestos a ordenarse".

Juan Martín Velasco, rector del seminario de Madrid, añade una causa más: "La democratización del sistema educativo, que permite a la mayor parte de los jóvenes acceder a la enseñanza media, provoca una caída en la matrícula de los seminarios y de los internados religiosos".

Recuperación

Desde 1980 se apunta, sin embargo, una leve, pero constante, recuperación. De los 1.505 seminaristas mayores del curso 1979/1980 se ha pasado a 1.901 en este curso. El índice de perseverancia, es decir, el porcentaje de seminaristas mayores que acaban ordenándose sacerdotes, ha subido también hasta situarse en el 65%. "Yo creo que hemos superado la crisis de identidad sacerdotal y que la joven generación de hoy está cada día más preocupada por dar un sentido a su vida", opina Joaquín Martín Abad. "En los seminarios, que cada día se nutren más de comunidades y parroquias, hay un clima sereno y constructivo. Al mismo tiempo, ahora se conjuga mejor la pastoral vocacional y la pastoral de juventud".De las 65 diócesis que hay en España, 34 han experimentado un claro ascenso en el número de seminaristas en estos años ochenta. Andalucía, Levante, las dos Castillas y Madrid son las regiones en que esta tendencia es más clara. Por el contrario, 12 diócesis, entre las que se encuentran las de Asturias, País Vasco, Aragón y Cataluña -excepción hecha de Barcelona- siguen aún una evolución descendente. Las restantes 19 diócesis se mantienen en niveles similares a los de hace cinco años.

Los seminarios se rigen actualmente por tres normativas de distinto nivel: un decreto conciliar emanado del Vaticano Segundo, una Ratio elaborada por la Sagrada Congregación para la Educación Católica, y un Plan para la Formación Sacerdotal, elaborado por la Conferencia Episcopal Española y aprobado por la citada Sagrada Congregación, que tiene su sede en Roma.

La actual orientación distingue de modo claro los seminarios menores de los mayores. Los primeros, que admiten a chicos desde quinto de EGB a COU, tienen distintos modelos de funcionamiento, según las necesidades de cada diócesis. Así, hay seminarios que funcionan como un centro de enseñanza abierto, pero que hacen un seguimiento específico de aquellos alumnos que manifiestan vocación sacerdotal, o seminarios sin institución docente propia. Los seminaristas -entre los que hay algunos que viven en sus propios domicilios y se reúnen semanalmente con un educador diocesano- cursan los estudios oficiales de EGB y BUP, pero reciben además enseñanzas complementarias de Historia de la Religión, Latín, Griego, Historia de la Música y cuantas disciplinas componían los antiguos estudios de Humanidades.

Sólo el 43% de los jóvenes que se forman en los seminarios mayores procede de los menores. El resto proviene de parroquias o comunidades, han sido descubiertos en la pastoral diocesana o se han presentado de modo espontáneo. Además del curso introductorio, que por lo general siguen todos los que no han pasado por un seminario menor, se estudian dos cursos de Filosofóa y cuatro de Teología. Se incluyen también asignaturas de Pedagogía, Psicología y otras similares.

Concluidos los estudios, se les envía a una parroquia durante un tiempo hasta que se les ordena, primero en el diaconado y después en el presbiteriado. Para recibir esta orden se requiere tener, al menos, 25 años.

La influencia del obispo

Pese a la uniformidad de disposiciones sobre la formación sacerdotal, cada obispo tiene facultad para adecuar esas normas a su particular idea de lo que ha de ser un seminario. Esto hace que las tendencias más conservadoras o más progresistas de la jerarquía católica se vean reflejadas en la vida de estos centros. Según Juan Martín Velasco, rector del seminario de Madrid, durante el período en que Vicente Enrique y Tarancón dirigió la diócesis de Madrid-Alcalá se observó que los seminaristas de ideas más conservadoras pasaron, por propia voluntad, a estudiar en los seminarios de Toledo y Burgos, diócesis regidas, respectivamente, por Marcelo González y Segundo de Sierra, de significada ideología conservadora. La diócesis madrileña, de la que desde hace dos años es titular Angel Suquía, representa en la actualidad el nuevo modelo de seminario descentralizado, acercado a las parroquias y abierto a la sociedad. Su seminario menor no tiene institución docente propia, y se limita a realizar un seguimiento de una treintena de chicos de EGB, BUP y COU que han mostrado disposición hacia la vida sacerdotal. "Con este sistema evitamos los graves problemas que un internado suele provocar en la adolescencia", afirma Juan Martín Velasco.Los seminaristas mayores, 182 en este curso, están en distintos grupos. Por un lado, 15 de ellos de más de 30 años que han ingresado en el centro después de tener encauzada su vida. Hay entre ellos un arquitecto, un profesor de EGB, un médico y un anticuario.

Por otra parte, existe una comunidad de 32 seminaristas que viven y estudian en la sede central del seminario, un caserón de principios de siglo al lado de la plaza de las Vistillas.

Por último, hay ocho distintas comunidades ubicadas en residencias de otros tantos barrios -San Juan Bautista, San Blas, Moratalaz, Orcasitas, Vallecas, Carabanchel y Aluche- y que acuden diariamente a clase a la sede central.

Una vez al mes, generalmente el tercer fin de semana, los 10 distintos grupos se reúnen en El Espinar, en la sierra de Segovia, e intercambian informaciones y experiencias de sus distintos entornos.

"Nuestros seminaristas proceden de muy distintos medios y comunidades. Hay gente del Opus Del, de los grupos neocatecumenales de Quico Argüello, de distintas parroquias... Utilizando los términos con cierto cuidado, podemos decir que hay una tendencia conservadora y otra más progresista", cuenta el rector. "Hemos observado que los de ideología conservadora prefieren residir en la sede central, mientras que los progresistas se inclinan por irse a los barrios. Existía el peligro de que llegáramos a un seminario doble, dado el distanciamiento y la pequeña guerra fría entre ellos, por lo que hemos decidido que a partir del próximo curso todos pasen los tres primeros cursos en los barrios y los siguientes en la sede central".

Incomprensiones

Once seminaristas y un formador viven en la residencia de la parroquia de Nuestra Señora de Moratalaz, en la zona sureste de Madrid. Tienen entre 22 y 29 años y en su mayor parte, decidieron su entrada en el seminario cuando ya tenían la mili hecha y una vida anterior bastante encauzada, lo que, según confiesan, provocó no pocas incomprensiones y enfrentamientos en el seno de sus familias.Francisco de Inés trabajaba en una fábrica de pastelería industrial; José Luis Centeno se había licenciado en Matemáticas; Juan Carlos Vera cursaba cuarto de Medicina; Ladislao Luna estaba empleado en la Fábrica Nacional de Armas; Pablo Morata estudia ba Informática; Juan Luis Segovia había acabado Derecho en ICADE, y Enrique Martín conducía ambulancias. Únicamente José Julio Olmos procedía directamente de COU.

En Entrearroyos, 13, los despertadores suenan a las 7.15. Tras el aseo, las primeras oraciones y el desayuno, el autobús de la línea 32 lleva a los jóvenes al edificio de las Vistillas, donde a las nueve comienzan las clases.

El horario lectivo se alarga has ta las dos de la tarde. La comida media hora después, la hacen en Moratalaz.

Emplean la tarde en el estudio y en diversas actividades en contacto con organizaciones, parroquias y colectivos del barrio.

"Algunos de nosotros", comen tan, "estamos participando en un programa de ayuda a drogadictos que nos ha hecho entrar en contacto con grupos no estrictament eclesiales y entender nuestra vocación sin aislarnos de la realida que nos rodea".

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