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Un espía en el banquillo

Arne Treholt, alto funcionario noruego, acusado de trabajar para la URSS e Irak

Arne Treholt, el alto funcionario y ex diplomático noruego acusado de espiar para la Unión Soviética y para Irak, comenzará a ser juzgado mañana en Oslo. A lo largo de cinco o seis semanas, un, jurado y un tribunal presidido por la juez Astrid Rynning escucharán a fiscal, testigos y abogado defensor antes de pronunciar una sentencia que casi ningún noruego considera puede ser distinta a la de culpabilidad. La primera sesión del juicio será transmitida en directo por televisión.

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Treholt, que se encuentra a punto de cumplir 43 años, fue detenido hace 13 meses cuando se disponía a volar a Viena, presuntamente a encontarse con su contacto, Gena di Titov, un agente del KGB soviético con el que ya había sido fotografiado con anterioridad por los servicios de contraespionaje noruegos.La acusación del fiscal señala que Treholt, quien llegó a ser número dos en el Ministerio de Derecho del Mar y ocupó un cargo relevante en la delegación de su país en la ONU, trabajó para los soviéticos entre 1974 y 1983 y para Iraq desde 1981 a 1983. Se le acusa de haber pasado a Moscú información secreta sobre defensa. Para los iraquíes trabajó desde su puesto en las Naciones Unidas, en cuyo Consejo de Seguridad participó Noruega en momentos álgidos de la guerra Irán-Iraq.

Trebolt niega ahora absolutamente estas acusaciones, aunque la policía afirma que en los primeros interrogatorios declaró haber recibido 50.000 dólares del régimen de Bagdad. Nunca se supo qué tipo de pago recibió por sus presuntos servicios a la URS S. Lo que Treholt no niega es que sí mantuvo contactos con los soviéticos, aunque sostiene que tales encuentros tenían como único motivo el practicar la lengua rusa.

En el juicio está previsto que comprezcan unos 60 testigos, entre ellos un ex ministro y actual miembro del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, Jens Evensen, y uno o dos agentes del Buró Federal de Investigación norteamericano (FBI). Evensen fue el ministro que tuvo como segundo a Treholt durante la delicada negociación para delimitar la zona fronteriza noruego-soviética en las aguas del mar de Barents, próxima al puerto de Murmansk en el que tiene su base la flota del Norte soviética, dotada de los dos tercios del potencial nuclear estratégico submarino soviético.

Los servicios de contraespionaje noruegos andaban tras la pista de un espía, que luego resultó ser Treholt, desde 1977. Ya durante su estancia en Nueva York, entre 1979 y 1982, se había alertado al FBI sobre las sospechas que recaían en Treholt. El diplomático, que era "un hombre abierto, encantador, siempre dispuesto a ayudar a los demás", según todos los que le conocieron, rápidamente hizo amistades en Estados Unidos. Uno de los matrimonios con quienes intimaron los Treholt resultó ser una pareja de agentes del FBI.

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La fotografía de éstos dos agentes aparece en Buen viaje a París, el libro que acaba de publicar Kari Storaekre, la periodista con la que está casado Treholt. El por entonces jefe del Prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores dijo a su mujer que iba a París, cuando en el bolsillo llevaba el billete, que nunca llegó a usar, para viajar a Viena.

Los cargos contra Treholt pueden acarrearle una pena máxima de 20 años de prisión, pero casi nadie cree en Oslo que sea esa la sentencia que llegue a dictarse. Va ser muy difícil probar documentalmente qué tipo de información pasó Treholt a Moscú o Bagdad. El ex diplomático hablaba mucho con muchos amigos y al parecer ese es el método que empleó para pasar la información a sus contactos soviéticos e iraquíes.

El juicio va a ser seguido con particular interés desde el cuartel general de la OTAN. Noruega es miembro fundador de la Alianza Atlántica y en una ocasión Treholt realizó una gira por varios países miembros de la organización en la que asistió a reuniones de alto secreto sobre cuestiones militares.

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