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Ellos

Por estos días, tanto Paco Basterra en su corresponsalía de Washington como yo, estamos sufriendo un duro trance en Estados Unidos. Después de buscar en más de 40 colegios, la mujer de Paco encontró al fin una guardería para la niña de dos años de la que recibió alguna esperanza de conseguir plaza. La niña, junto a otros candidatos más, debería sin embargo pasar un examen ante un psicólogo que, de manera importante, valoraría su condición de potty-trained. Es decir, que supiera atender a sus necesidades fisiológicas de evacuación por sí sola. De otro modo, la institución podría considerar negativamente el tiempo suplementario que el caso de un non potty-trained le requeriría.Acuciados por esta demanda imprevista, los Basterra se afanaron en las horas inmediatas para introducir a la niña en esta práctica crucial. Fue sin embargo inútil. Les recomendé entonces que buscaran en los supermercados o en las farmacias donde seguramente se expendería una casete cíentífica para estas circunstancias. Nada. O bien los otros padres candidatos habían agotado las existencias con el fin de privilegiar a sus hijos o bien se trataba de un nuevo infortunio.

Mi caso es algo más personal. Fui a recoger la ropa como todas las semanas y, al poco, entre los pliegues encontré una nota de papel amarillo. Sabía de antemano que no iba a ser nada bueno. Efectivamente: la dirección de la lavandería se había decidido a escribirme porque económicamente no podía soportar el tiempo que le hacía perder obligándoles a dar la vuelta a mis camisetas. Dios mío, ¿cómo era posible que no hubiera caído en la cuenta de una cosa así? Cierto que no doy docenas de camisetas cada semana pero ¿qué sería de esa gente si todo el mundo mandara las cosas del revés? Con gran sofoco he pensado, de una parte, a qué íntima investigación me estaba exponiendo con las camisetas, pero de otra, de qué manera tan irresponsable habría contribuido a perjudicar el negocio. ¿Debía abandonar para siempre la idea de seguir siendo identificado en esa lavandería? ¿Deberán los Basterra renunciar al seguro bochorno que les infligirá la guardería? Se ve mundo, pero es duro vivir en el extranjero

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