El derecho del lector

Acabo de recibir su atenta y muy estereotipada carta de 24 de enero pasado. Quedo perfectamente enterado de la mecánica que usted emplea para dar democrático cumplimiento al derecho que proclama.y en teoría garantiza su ejercicio a todo ciudadano español el artículo 21.1, a), de la Constitución vigente.No hacía falta que usted se hubiera molestado en estampar la expresión de "nuestra elección no es siempre todo lo acertada que desearíamos; pero, en cualquier caso, procuramos que no sea arbitraria". Pues ustedes procurarán no ser arbitrarios, pero la forma de lograr sus propósitos no puede ser más desacertada.

Por lo visto, usted puede expresarse en su diario, autotitulándose intérprete del sentir general o mayoritario de sus lectores, al publicar un editorial del tono, contenido y alcance del aparecido en la edición del 4 de los corrientes, con el titular de El Defensor del Pueblo y la ley antiterrorista, pero yugula el derecho a que un simple lector de su diario, como yo, tenga derecho a hacer pública su opinión sobre la problemática angustiosa, tan inoportunamente tratada, según mi forma de pensar, y creo que no estoy equivocado, al pensar que coincide con la de muchos cientos y acaso miles de españoles; entre otras razones de peso, porque yo soy un simple ciudadano de los de a pie, porque si acaso mi persona hubiera estado adornada con algunos atributos de calidad estimativa, entonces hubiera sido interesante saber su reacción.

Pero, en fin, vivimos una hermosa democracia donde todavía continúa vigente el sabio proverbio "Donde manda capitán, no manda marinero"- A. Hurtado.