Sendero Luminoso deja Lima a oscuras en la última noche de Juan Pablo II en Perú
La última noche de Juan Pablo II en Lima se vio turbada por una acción terrorista del movimiento guerrillero Sendero Luminoso que dejó sin luz al 90% de la capital peruana al volar una central eléctrica situada a 45 kilómetros de la ciudad. El movimiento extremista, que goza de un cierto apoyo popular entre la población india, se atribuyó el atentado, como es su costumbre, formando en una montaña vecina la hoz y el martillo con el fuego de unas hogueras. El apagón se produjo a las 21.30 y duró tres cuartos de hora.
Cuando se produjo el apagón, el Papa viajaba en su coche desde la Nunciatura hacia una nueva capilla que iba a bendecir. El vehículo se vio obligado a reducir su velocidad debido a la confusión que se había creado en el tráfico de la ciudad.Precisamente ayer, Juan Pablo II, antes de dejar Lima para dirigirse a Iquitos en la selva amazónica, se trasladó a uno de los barrios más pobres de la capital, el de San Salvador, una zona muy dominada por la guerrilla de Sendero Luminoso. Existía mucha preocupación por esta visita y toda la zona había sido tomada por el Ejército durante la noche. Sobre todo porque la víspera había estallado una bomba en un banco de la capital y las fuerzas del orden habían realizado una redada en el barrio popular de San Martín de Porres.
No se excluye que el atentado y la tensión creada por las acciones de Sendero Luminoso en la última noche de estancia de Juan Pablo II en Lima haya sido una respuesta violenta al duro discurso pronunciado por el Papa en Ayacucho contra este grupo guerrillero dé orientación maoísta. Aunque también pudo deberse al deseo de atraer la atención de la Prensa internacional que sigue estos días al Papa.
Curiosamente, el apagón se produjo mientras el padre de la teología de la liberación, el sacerdote Gustavo Gutiérrez, concedía una entrevista a un pequeño grupo de periodistas, entre ellos este enviado especial.
El teólogo afirmaba en aquel momento que Sendero Luminoso no tiene la más mínima vinculación con el mundo católico, que es un movimiento exclusivamente político y que, aun teniendo que condenar sus métodos violentos e inaceptables, es imposible no reconocer que la situación en que siguen viviendo los indios del Perú es infrahumana.
La fidelidad al Evangelio
En su encuentro con los pobres de El Salvador, una especie de villa-miseria de Lima, el Papa afirmó que la Iglesia "no olvida tampoco que el empeño en favor del hombre concreto y de sus necesidades forma parte inseparable de su fidelidad al Evangelio". El Papa añadió que la compasión por el hombre necesitado, en ese como en tantos otros lugares del Perú, han de hacerla propia los miembros de la Iglesia cuando "advierten las llagas de la miseria y de la enfermedad, de la desocupación y el hambre, de la discriminación y marginación".Les dijo también el Papa que en todos estos casos no se puede ignorar que Cristo interpela y cuestiona "ante la creciente brecha entre ricos y pobres, en que privilegios y despilfarros contrastan con situaciones de miseria y privaciones". Añadió el pontífice que conoce muy bien que "en ciertas situaciones de injusticia puede presentarse el espejismo de seductoras ideologías y alternativas que prometen soluciones violentas", pero que la Iglesia, por su parte, "quiere un camino de reformas eficaces a partir de los principios de su enseñanza social; porque toda situación injusta ha de ser denunciada y corregida". Concluyó Juan Pablo II diciendo que "el camino no es el de soluciones que desembocan en privaciones de la libertad, en opresión de los espíritus o en violencia y totalitarismo".
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