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La película de Godard sobre la Inmaculada Concepción, ante los tribunales de París

Soledad Gallego-Díaz

Un tribunal de París pondrá fin hoy, lunes, al último episodio de la censura en Francia: la decisión de la alcaldía de Versalles de prohibir la exhibición de la película más reciente de Jean-Luc Godard, Je te salue, Marie (Dios te salve, María), con el pretexto de que escandaliza a un sector de los católicos y provoca desórdenes públicos. El escándalo de los integristas no es nada en comparación con el escándalo que ha provocado la prohibición de la película, y no parece haber muchas dudas de que el juez volverá las aguas a su cauce.

Je te salue, Marie (Dios te salve, María) es, a todas luces, una recreación del misterio de la Inmaculada Concepción en nuestros días. Para que quede todavía más claro, el personaje central se llama María; su marido, José; y el niño, Jesús. La muchacha, milagrosamente embarazada, va descubriendo su cuerpo y las transformaciones que éste sufre a causa de la maternidad. Estas escenas, en las que la joven aparece desnuda, son las que hicieron poner el grito en el cielo a los integristas católicos.El estreno de la película en París no causó mayores problemas, salvo quizá, para Godard, que recibió algunas críticas malas en periódicos y revistas, no sólo en las conservadoras, sino también en las progresistas. Le Nouvelle Observateur, por ejemplo, ironizaba sobre las numerosas puestas de sol, reforzadas con música de Bach y de Dvorak.

Curiosamente, los más entusiastas han sido los católicos modemos. La Croix escribía: "Godard no ha ido nunca tan lejos en su búsqueda del amor, de la confianza mutua, de la sumisión al amor, del respeto, del misterio del ser humano". Pero dos grupos integristas, la Asociación de Padres de Familia Católicos y la Alianza contra el Racismo y el Respeto a la Identidad Francesa y Cristiana, no comparten esta opinión. Ambos dieron instrucciones a sus seguidores para asistir el pasado martes al preestreno de la película en un cine de Versalles. Cuando llegó la hora del coloquio, los integristas provocaron tantos incidentes que la policía tuvo que intervenir. Dos representantes de la asociaciones visitaron la alcaldía y pidieron que se prohibiera la exhibición de la película, lo que las autoridades locales ordenaron inmediatamente.

"Yo no la he visto", explicó, impávido, el adjunto al alcalde, "pero creo que puede provocar desórdenes públicos". La reacción no se hizo esperar. El ministro de Cultura, Jack Lang, calificó de "inaceptable" el hecho de que las autoridades municipales "sustituyan a la conciencia de cada individuo". Según el ministro, sólo las escenas de violencia en películas dirigidas a jóvenes y niños podrían justificar una medida parecida.

El propio Godard -acostumbrado por otra parte a la censura, ya que dos películas suyas, Une Jemme mariée y Le petit soldat, estuvieron prohibidas en Francia- se manifestó "sorprendido". Godard declaró el viernes al diario Le matin que no entendía nada de lo que estaba pasando con su película pero sí relacionaba esta prohibición con la que en su día pesó sobre sus otras películas, hecha por gente "que habla mucho pero no ve nada".

Los integristas han acudido a los tribunales para solicitar que se censuren las escenas "lascivas y sexuales" que hieren a los católicos en sus creencias: "Queremos que se supriman las escenas obscenas y pornográficas que afectan a la persona de María. La pureza, la virginidad y la castidad son virtudes primordiales para la religión católica". Lo más lamentable de la polémica es que Jean Luc Godard parece pensar algo parecido. La película es, antes que nada, un elogio de la castidad, como única vía para suprimir los tormentos del amor.

Los integristas están también muy molestos porque el hijo de María queda retratado como un niño insoportable. El crío le espeta a su padre cuando va a subir al coche: "Yo soy el que soy", a lo que José responde, irritado: "Déjate de historias y móntate de una vez". "No veo por qué les molesta el personaje del niño", afirma Godard; "es un muchachito encantador, algo travieso; pero Jesús también debió serlo..., por eso le rechazaban".

Los defensores de Je te salue, Marie afirman que si algunos católicos se sienten agredidos por la película, lo único que tienen que hacer es no ir a verla: "Nadie les impone nada. Ir al cine es un acto absolutamente voluntario". El caso de Godard no tiene nada que ver con el de otro juicio reciente en el que los jueces prohibieron la publicidad de Ave María. En aquella ocasión los integristas no pudieron evitar ver en la calle o en los periódicos un anuncio en el que se veía una mujer desnuda en una cruz. La publicidad de Je te salue, Marie no resulta en absoluto agresiva.

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