El jefe del Estado hace balance de los ocho años de democracia
, El presidente de Portugal, Antonio Ramalho Eanes, estimuló ayer a sus amigos y partidarios a permanecer unidos y organizados en la defensa de los ideales perseguidos en común, "en algunos casos desde antes del 25 de abril de 1974", invitándolos a una reflexión clara, serena y sin triunfalismo, sobre el "camino estrecho y difícil de la reconstrucción nacional". Eanes hizo, además, un balance muy crítico de los primeros ocho años de democracia en Portugal.Rodeado de la mayor expectación, el jefe del Estado portugués pronunció ayer un discurso en presencia de cerca de 1.200 personas reunidas para conmemorar el inicio del quinto y último año de su segundo mandato presidencial.
Eanes se abstuvo de criticar concretamente la acción del Gobierno, pero sacó un balance sombrío de lo que fue la vida política portuguesa desde su primera elección en 1976. Cuestionó "el funcionamiento de la democracia y de sus instituciones, que no respondió a lo que justamente se esperaba", no para sacar conclusiones pesimistas, sino para recordar que Ias respuestas necesarias" a los problemas nacionales están al alcance de "nuestras manos y de nuestra determinación".
Muy significativamente, Eanes recordó que "el deber del presidente es ser la conciencia cívica del Estado" y dijo que por esto rechazó la pretensión de los gobernantes de ligarle a un "pacto de silencio". Pero avisó también a sus partidarios y a los actuales organizadores del nuevo partido político en construcción, que no deben contar con su intervención directa "hasta el fin", dijo, "de mis actuales funciones".
Eanes dejó por primera vez bien claro que no disolverá el Parlamento ni renunciará a su mandato hasta que se fragüe "una alternativa" política, un nuevo partido o nuevas alianzas entre los partidos existentes. El mensaje del presidente a amigos y adversarios no deja lugar a dudas: los primeros tendrán que organizarse sin él y probar que pueden resolver los problemas antes de contar con su apoyo; los segundos están avisados de que tendrán en el palacio de Belém un observador atento y crítico de sus acciones.
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