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Tribuna
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Política

Durante unos años ha sido funcional y hasta distraída la efusión de la política y de los políticos. No estoy seguro sin embargo de que ahora pueda decirse lo mismo. Un test inequívoco sería el grado de tedio o de amenidad en el que la gente se duele o se complace. Pero a falta de sondeos científicos bastará consultar al vecindario para recibir una idea cabal del bostezo con que se abruma a la población mediante las menudas pero interminables vicisitudes de esa tribu y sus aparatos.Efectivamente, los medios de comunicación son responsables de esas tabarras, a qué negarlo. Pero víctimas también de una pegajosa inercia que se ha quedado enredada en los despachos del poder, las declaraciones oficiales, las peripecias intestinas y la usura del rostro de sus líderes.

Hasta los programas infantiles, las revistas del corazón o las secciones de chascarrillos impresos aparecen untados con la letra negrita de los mismos nombres falsamente convertidos en el paradigma del interés informativo.

Ciertamente, ha de existir una ley química que explique este fenómeno perverso. Es decir, cómo tras el resultado de una inicial y coherente reacción hacia la trama política, los componentes de la transición y sus herederos se han quedado flotando como grumos hasta hacer creer que su relieve constituye prácticamente todo el paisaje de la actualidad española.

Acaso nunca como en este tiempo (el CIS ni publica sus estudios desde hace dos años) conocemos menos de la sociedad española, sus costumbres, sus actitudes, sus valores morales, sus equipamientos materiales y culturales o sus anhelos. Por el contrario, la paciente voluntad del lector, del radioyente o del telespectador se empapuza y se empapuza de rancho político.

Desde luego que aquí ha de residir una intencionalidad, sumada a la mera inercia, que induzca a obrar así, pero a la vez no se entiende bien cómo esa intención puede ser tan ignorante del repudio fisiológico que las masas, hartas de tanta papilla institucional, acabarán oponiendo a esta dieta.

Rectifico: probablemente se puede ser tan ignorante.

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