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Reportaje:

Tomoya Sawaguchi

Consejero de la Cámara de Comercio Hispano-Japonesa, catedrático de Geografía Humana y pintor enamorado del paisaje de Las Hurdes

Manuel Rivas

Tomoya Sawaguchi, licenciado en Químicas y catedrático en su país de Geografía Humana, llegó a España hace nueve años con aparejos de pintor en la maleta. Plantó su caballete de Norte a Sur y de Este a Oeste, sobrecogiéndole especialmente el mundo remoto y prometeico de Las Hurdes. Intentó adentrarse en el alma plural de este país con la paciente sabiduría de los campesinos de Gifu, tierra también de samurais, en el centro de Japón, donde nació en 1929. Hizo un poco de todo, hasta enseñar kendo gratuitamente. Es actualmente consejero de la Seinichi-Shogoy-Kaigisho, la Cámara de Comercio Hispano-Japonesa.

Tomoya Sawaguchi aventura un excelente porvenir comercial para los vinos españoles en Japón, aun que todavía son unos perfecto desconocidos. En su opinión, son mucho mejores que los caldos de Francia y Alemania, los más apreciados en la actualidad por sus compatriotas. Japón es también un buen mercado potencial para otros productos españoles, compieles y cuero, artesanía, juguetes quesos, embutidos y carne.La Cámara de Comercio hispano-japonesa va abriendo camino a esos Productos dando a conocer mediante publicaciones sus cualidades y propiciando el intercambio entre empresarios y entidades de ambos países. No parece haber mejor reclamo que el que entra por el paladar y son los vinos precisa mente el primer banderín de enganche para animar el comercio con la tierra del sol naciente. La Cámara ya ha editado dos revistas difundidas en el Japón sobre los vinos de La Rioja y Andalucía, a las que seguirán otras completan do el circuito mágico de los vinos de las Españas.

Pero Sawaguchi habla de negocios con el distanciamiento de quien recita un poema haiku en un centro bursátil. No parece una posición estudiada de antemano. Le escandaliza el afán competitivo, caiga quien caiga, a toda costa, y considera que si entre los pueblos no se tienden puentes culturales, lo demás es abismo. Era casi un niño cuando ocurrió lo de Hiroshima y ha traído dentro de una exposición de arte japonés, en La Coruña, algunos testimonios gráficos de la tragedia para que las generaciones venideras no olviden a dónde conduce la locura.

No le gusta tampoco que los pueblos sientan como una invasión la creciente penetración económi ca de Japón, ese pequeño, país del Pacífico que disputa con EE UU el poderío tecnológico, financiero e industrial del mundo capitalista Sawaguchi opina que Japón tiene mucho que ganar pero también enseñar en España, especialmente en el aprovechamiento agrícola y en el horizonte casi inexplorado de los cultivos marinos.

Este humanista metido a dirigente de la Cámara de Comercio Hispano-Japonesa fue profesor de Geograria Humana durante 20 años en varias ciudades de su país, y su especialidad ' es "el estudio de la armonía de lo humano con la naturaleza". Para Sawaguchi, "el aire y el mar son un patrimonio de todos que se debería preservar mediante un compromiso mundial". Dice que todos debíamos tener alma de campesinos. "La gente muchas veces no sabe lo que vale un plato de arroz".

Pese a sus ocupaciones en la cámara no ha querido dejar de pintar paisajes, con preferencia por los castellanos. Ni de correr, pescar, nadar, montar a caballo y practicar el kendo. Le preguntan qué es lo que menos le gusta de los españoles y contesta muy cortésmente: "Para cada persona del mundo hay solamente 24 horas al día".

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