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1985: empieza la cuenta atrás para las elecciones

La doble estrategia catalana

Tanto Convergéncia Democrática (CDC) como Unió Democrática (UDC), partidos que coaligados gobiernan la Generalitat de Cataluña, se han comprometido plenamente en la operación de reconstruir el centro político de cara a las elecciones legislativas de 1986 y en el esfuerzo de plantear una alternativa sólida al socialismo.Pero mientras Jordi Pujol ha decidido embarcarse en el Partido Reformista Democrático que auspicia Miquel Roca, el sector dominante en Unió, que representa a la tradición más democristiana catalana, tiende firmemente a buscar un futuro entendimiento con el Partido Demócrata Popular (PDP) y a la reconstrucción de una opción específicamente democristiana en el conjunto de España.

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Para ello, la dirección de Unió que preside Concepció Ferrer ya ha comenzado a actuar como conciliadora entre los planteamientos de los nacionalistas vascos del PNV y los del PDP.

En ninguna de las dos formaciones se duda de que estas diferentes estrategias para "un interés común", en palabras de dirigentes de ambos partidos, encierran un conflicto potencial. Para evitarlo, el sector dominante de la democracia cristiana catalana propugna una solución ideal, sobre la base de reconstruir en el ámbito político español el esquema de la coalición CiU.

Es decir, plantea el entendimiento entre el PRD de Roca y el PDP de Alzaga: cada cual tendría su aliado natural fuera de Cataluña, que a su vez aunarían sus esfuerzos frente al Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Los obstáculos fundamentales a esta solución, bautizada por dirigentes de Unió con el nombre de "teoría de las cuatro esquinas", son el compromiso actual del PDP con Alianza Popular y la negativa rotunda de Roca a formalizar un pacto preelectoral con el partido de Manuel Fraga.

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Pujol aborda el frente español

Partiendo de una situación de gobierno consolidada, gracias a la mayoría absoluta que obtuvo en las pasadas elecciones al Parlamento de Cataluña, Pujol ha abordado un nuevo frente, el español, en su política, una preocupación relegada en los últimos cuatro años ante la prioridad de intentar hegemonizarse en el territorio de la comunidad autónoma.

Según algunos dirigentes de Convergència, ahora ha sido Jordi Pujol, más que Roca, el interesado en sumar al reformismo la imagen y la incidencia electoral de Adolfo Suárez y del Centro Democrático Social.

Pujol considera compatibles, y así lo ha declarado oficialmente, los planteamientos nacionalistas de CDC con su concepto de España. Más pragmáticamente, portavoces cualificados de Convergència aluden al techo electoral del partido en las elecciones legislativas, sólo superable con una operación como la reformista.

Estas dos razones, y la profunda convicción que Pujol mantiene de que "nuestros auténticos enemigos son los socialistas", han llevado al líder convergente a comprometer el partido en una operación política cuya rentabilidad, según determinados sectores de CDC, "está por demostrarse".

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