Un nuevo Salomón
El monarca como imitador de Cristo es una imagen habitual entre esos soberanos absolutos, pero nunca ha alcanzado niveles tan visibles como en las miniaturas de las Cantigas de Alfonso X. De hecho, las Cantigas fueron su obra poética (personal, en parte), en las que el rey Sabio imitaba a Salomón: lo mismo que éste compusiera El cantar de los cantares entonando poemas de amor entre el amado y la amada, así Alfonso X compuso 400 cantigas, de las que 40 al menos se ocupan de los amores de Cristo y la Virgen.Alfonso X había preparado una capilla funeraria para sí mismo en la cabecera de la catedral de Toledo, que es la que utilizó su heredero. La cripta del Santo Sepulcro y la capilla de la Santa Cruz (o del .rey don Sancho) revelan por sus nombres que el rey Sabio buscó en ellas una evocación de Jerusalén, que en imagen simbólica mezclaba las connotaciones de dos edificios: el templo de Salomón y el Santo Sepulcro. Su disputa con los obispos le llevó a cambiar de opinión y a pedir como enterramiento las mezquitas de Andalucía reconvertidas en catedrales. Con esta explicación, la cabecera de la catedral de Toledo se revela como una evocación de la multiplicidad confesional del templo de Salomón para los conocedores del hermetismo, y la falta de profundidad de la capilla mayor como un intento buscado de una estructura de planta central, al modo del Santo Sepulcro.
Dinastía salomónica
Si se hubiera excluido de la exposición un gran número de objetos que no guardaban ninguna relación con Alfonso X hubiera habido lugar, seguramente, para fotografías de obras alfonsíes que se encuentran fuera de España. Y entre ellas, en destacado lugar, el códice de la Primera partida (Museo Británico), del que ha hecho una edición reciente Juan Antonio Arias Bonet. Sus tres primeras miniaturas son claves no sólo para la iconografía de Alfonso X el Sabio, sino también para el conocimiento de la imagen de soberanía en la realeza española. Junto al retrató de Alfonso como sabio y autor, aparece otro en que don Alfonso exhibe la espada en actitud frontal muy solemne por su hieratismo y por los dos grupos de cortesanos que le acompañan. Parece posible ver aquí esas dos imágenes del rey -la imagen personal (en Alfonso, el nuevo Salomón) y la imagen oficial- que existían según la ficción legal de los "dos cuerpos del rey".El códice con los Castigos y documentos del rey don Sancho estaba también en la exposición, mostrando unas miniaturas del rey con cetro y esfera. Pero en otra anterior se representa al joven don Sancho arrodillado ante un rey con espada: es Salomón, que aparece como ejemplo de lajusticia en otra miniatura del códice. El simbolismo de la espada en algunos reyes españoles pudo expresar, no el derecho de conquista, sino, como en Sancho IV o en su padre, Alfonso X, la espada de la justicia. La pretensión dinástica de tener como antecesor a Salomón colocaba también a los reyes al margen de las pretensiones de supremacía papal.
No se agotan aquí, sin duda, las lecturas a hacer de las obras expuestas. Pero al realizar esta crítica pretendo únicamente recordar los errores más notables para que no se vuelvan a repetir.
Babelia
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