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Konstantin Chernenko no asistió al funeral de Ustinov, celebrado bajo un intenso frío

Pilar Bonet

El máximo dirigente soviético, Konstantín Chernenko, no asistió al acto de inhumación de los restos mortales del mariscal Dimitri Ustinov, que fuera ministro de Defensa de la URSS, celebrado al mediodía del lunes en la Plaza Roja de Moscú, con una temperatura inferior a los 20º bajo cero, en una ceremonia que duró poco más de 60 minutos.

Las cenizas de Ustinov, cuyo cuerpo -según se anunció el mismo lunes por la mañana- había sido incinerado en la noche del 23 al 24 de diciembre, fueron sepultadas en la muralla del Kremlin y no en el suelo. Grigori Romanov, miembro del Politburó y secretario del Comité Central del PCUS, fue el encargado de colocar la urna con las cenizas en el lugar que le había sido destinado, un nicho que se tapó con una placa conmemorativa, mientras comenzaba a sonar el himno nacional soviético y unidades del Ejército desfilaban rindiendo los últimos honores al ministro fallecido.La urna había sido traslada desde la casa de los sindicatos -donde el cadáver había permanecido expuesto al público durante dos días- hasta la plaza Roja. Enmarcado de flores blancas, el recipiente estaba depositado sobre una cureña decorada en rojo y negro que, a su vez, era arrastrada por un tanque sobre el suelo nevado, mientras sonaba la marcha fúnebre de Chopin.

En el cortejo marchaban los familiares de Ustinov, altos dirigentes del partido e instituciones políticas y altos mandos militares. Un viento helado azotaba la plaza Roja y obligaba a las tropas concentradas en ella a relajar la discilina dando pequeños saltitos para entrar en calor.

Fue posiblemente el frío, que en los barrios periféricos de Moscú llegaba a los 26º bajo cero, lo que mantuvo a Konstantin Chernenko ausente de la ceremonia. Chernenko, que padece de asma e insuficiencia respiratoria, según las apariencias, ciertamente no se habría beneficiado de una larga permanencia bajo tan intenso frío. El secretario general, que estuvo enfermo el pasado verano, ha presentado un aspecto normal en sus últimas apariciones públicas.

Desde la tribuna del mausoleo Lenin -flanqueado por el ministro de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko, y el jefe del Gobierno, Nikolai Tijnov-, Romanov inauguró la serie de discursos laudatorios para el fallecido, que fueron pronunciados por distintas personalidades políticas y militares. Los miembros del Politburó, concentrados en la tribuna llevaban shapkas (gorras de piel) y gruesos abrigos.

Romanov dijo que Ustinov había sido un modelo de fidelidad a su deber y elogió su talento como organizador de la industria bélica soviética durante la II Guerra Mundial. Por su parte, el nuevo ministro de Defensa, Sergei Sokolov recordó que Ustinov empleó su experiencia en la modernización del armamento soviético y en la educación de los cuadros.

Fuentes diplomáticas occidentales calificaban al nuevo ministro de Defensa como un hombre de transición que, a su llegada al ministerio, ha encontrado ya tomadas las principales decisiones que van a afectarle en el futuro, entre ellas el inicio de conversaciones con EE UU, el aumento del presupuesto bélico y el impulso al desarrollo técnico. Las fuentes llaman la atención sobre los posibles vínculos entre Gregori Romanov, encargado de la industria bélica en el Comité Central, y Sokolov. Éste estuvo en Leningrado como jefe de distrito militar entre 1965 y 1967, cuando Romanov era segundo secretario del partido en aquella ciudad.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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