Guerra a muerte a la 'teología de la liberación'
Ante la escasa inclinación de su diario a hacerse portavoz del espíritu de los teólogos de la liberación y la mucha proclividad a hacer la vista gorda a la desaforada actuación de la Santa Sede en temas centroamericanos, convendría señalar que la expulsión del ministro nicaragüense Fernando Cardenal de los jesuitas está alzando una alambrada de púas entre la Iglesia de los ricos y la Iglesia de los pobres, que tan diversa lectura hacen del Evangelio. A estas alturas a nadie le puede caber la menor duda del papel que ha venido desempeñando el Vaticano en el desencadenamiento de la crisis, girando las diversas posturas de contestación a la línea oficialista de la Iglesia sobre si esa operación de castigo a Nicaragua ha sido o no previamente estipulada por vía telefónica entre el Vaticano y la Casa Blanca, sirviendo de llamada de atención a los ministros de Cristo de otras partes del continente amerindio para que cesen en su apoyo a los más oprimidos.Un nuevo cisma se está fraguando, especialmente si esa operación de castigo va acompañada de cobertura aérea y de bloqueo marítimo. Jesucristo no dio la espalda a la realidad de sus días y se comprometió con los indefensos. De persistir la actitud belicista en el Vaticano, la Ciudad Eterna es posible que tenga que habilitar algunos espacios para albergar determinadas peregrinaciones de protesta por el fariseísmo de sus mensajes de paz. Los métodos de elección del vicario de Cristo en la cierra cada día ofrecen mayores muestras de haberse oxidado, para mayor satisfacción de los más poderosos. El humo que sigue
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