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Reportaje:

Un barrio que se hunde

Los vecinos de San Cristóbal de los Ángeles están hartos de convivir con las ruinas

Amelia Castilla

Los 25.000 vecinos del barrio madrileño de San Cristóbal de los Ángeles, situado en el margen izquierdo de la carretera N-IV, en dirección de Andalucía, conviven con el fantasma de un posible derrumbamiento de sus viviendas. A lo largo de la pasada semana, la urbanización, deficientemente cimentada y situada sobre arcillas expansivas, fue escenario de fuertes enfrentamientos con fuerzas de la Policía Nacional.

"¿Sabes dónde está el más allá?" pregunta alguien. "Pues claro", contesta el interlocutor, "vivo en San Cristóbal". El chiste provoca la risa de los muchachos de la colonia que se encuentran en la plaza de los Pinazo. Un gueto flanqueado por bloques de viviendas que se utiliza como aparcamiento indiscriminado de coches. "Mis viejos han gastado su vida pagando una vivienda mal hecha y se resisten a la ruina, pero apenas tienen ya fuerzas para correr. Por eso fuimos los jóvenes los que levantamos barricadas, apedreamos a la polícia y tiramos las vallas", manifestó un joven de 19 años, nacido en San Cristóbal después de que sus padres abandonaran Vallecas en busca de una vivienda digna."Se emplearon a fondo", manifestó un muchacho, que prefirió no identificarse, al referirse a la actuación de los antidisturbios de la Policía Nacional, que el lunes, martes y miércoles pasado rodearon el barrio con siete furgonetas y alrededor de 70 efectivos. "Nos han tratado como si fuéramos de ETA o de los GRAPO. Un policía municipal llegó a sacar la pistola, pero nosotros le pusimos guapo y salió en ambulancia", afirma. "Ya estamos hartos de chapuzas. Vivimos con el miedo en el cuerpo porque las casas se van y no nos vamos a conformar con nuevas inyecciones de hormigón".

A la mala situación de las viviendas se une la falta total de infraestructura. Algunos vecinos comparan su barrio, compuesto por 170 bloques, distribuidos irregularmente, con el Far West. Ni un solo ambulatorio ni consultorio de la Seguridad Social para 25.000 habitantes. Sólo las calles por las que pasa el autobús (Benimamet, Rocafort y Godella) están asfaltadas. El resto es polvo y matojos. Las aceras, donde las hay, de menos de un metro de anchura, han sido construidas por los propios habitantes. La mayor parte de los jóvenes están parados y la colonia, cuyo sector más numeroso de la población trabajadora tiene edades entre 40 y 50 años, sabe muy bien lo que significan los expedientes de crisis y el cierre de empresas.

Los lugares para la diversión no existen. En el barrio no hay ni un cine ni una discoteca. Los más jóvenes saben lo que es vivir en "el más allá" porque en San Cristóbal "las cosas se ven de otra manera", afirman.

"Todos a la carretera"

A las manifestaciones de la pasada semana acudieron cientos de personas. "Hasta don Tomás, el párroco de la iglesia de San Lucas, se vino con nosotros a cortar la carretera de Andalucía", afirma orgulloso un miembro de la asociación, que lamenta no tener una mejor condición física para haberse situado al lado de los jóvenes cuando empezaron a llover los botes de humo y las pelotas de goma. "No somos unos vándalos", afirma, "sólo hacemos valer nuestros derechos y los muchachos han defendido a sus padres".Pilar, una ama de casa, con tres hijos, que vive en el bloque 563, en el portal 71, cree que después de vivir durante 20 años en el barrio parte del suelo es nuestro y hemos adquirido derechos". Pilar, cuya vivienda es una de las 1.460 que eran propiedad del Ayuntamiento, compré la casa en un plazo de 50 años y paga recibos mensuales de 235 pesetas. "Los muros han cedido y no puedo sacar los cristales de las ventanas para limpiarlos", afirma con resignación, acostumbrada a escuchar noche tras noche los ruidos que hace el edificio.

"Las grietas, que permiten en algunos casos una visión casi perfecta de los vecinos de al lado, las ratas y la humedad son nuestros mayores problemas", asegura. "Lo que pedimos es justo y por eso me uní a los manifestantes que cortaron el tráfico". La vecina de al lado de su vivienda vivió los incidentes desde la ventana de su casa, situada frente a la torre 462, que fue desalojada el pasado año. "Cuando los muchachos tiraron las vallas que rodeaban la torre, la policía se empleó de lleno, corrían como gamos", asegura. "Se debían estar entrenando para ir al País Vasco".

Al menos 60 familias han sido desalojadas de las torres de hasta 11 pisos a lo largo de estos años y realojadas en otros barrios ante el peligro inminente de derrumbamiento. Ahora, una parte del barrio asegura que no van a consentir que la Administración ponga más parches. Están convencidos de que reforzar los cimientos, casi inexistentes, de las viviendas "no sirve para nada".

"Chapuza del franquismo"

San Cristóbal de los Ángeles, es una hacinada ciudad dormitorio en el cinturón industrial del sur de Madrid, a la que los vecinos califican como "chapuza del franquismo". Los 25.000 habitantes de la colonia son en su mayoría expropiados de las zonas de Vallecas, Puerta de Toledo y La Paloma. Sus habitantes son trabajadores de las empresas Marconi, Talbot y Standard sobre todo, que llegaron a la colonia a principios de 1960. Al poco de la entrega de las viviendas los inquilinos empezaron a denunciar la aparición de grietas.José María Vicedo Morales, un cromador que está de baja laboral por invalidez en la vista, y que ostenta la presidencia de la Asociación de Vecinos de la Unidad, asegura que la colonia se construyó "con materiales de muy baja calidad cuando la legislación en materia urbanística no era tan puntillosa como la actual". Vicedo define el barrio como "un cenagal". El presidente afirma también que la solución propuesta por los organismos que tienen la tutela de la colonia, el Instituto de Promoción Pública de la Vivienda, Ayuntamiento y Gerencia, que consiste en la cimentación de 38 bloques, no sirve para nada. "Es necesaria una rehabilitación completa de las viviendas, a las que les faltan, entre otras cosas, suelos, alicatados y cubiertas de tejados nuevas".

Vicedo asegura que se ha medido la cimentación de los bloques y algunos tienen menos de 60 centímetros. "Los constructores se limitaron a dejar caer los materiales", dice. "El bloque 456 recibió inyecciones de hormigón, operación que supuso un gasto de 30 millones de pesetas, y ahora está sujeto con maderos. El bloque 718 lo tiraron hace cuatro años por ruina. No podemos aceptar una solución que sabemos que no sirve para nada", afirma.

La opinión del presidente de la asociación es compartida por un portavoz del Instituto de la Vivienda de Madrid. Este organismo, antes de ser transferido a la Comunidad de Madrid, realizó un plan de rehabilitación para San Cristóbal de los Ángeles, cuyo costo era de 5.600 millones de pesetas, que fue desechado por la Administración el pasado mes de abril por ser excesivamente caro. Sus responsables califican las obras de cimentación de 38 bloques, que costarán 900 millones de pesetas, como insuficientes.

Tras los enfrentamientos que se produjeron la pasada semana, en los que cuatro personas fueron detenidas y otras tantas resultaron heridas, la asociación de vecinos La Unidad acordó con el Ayuntamiento, el IPPV y Gerencia de Poblados un alto el fuego de siete días para buscar una solución.

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