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FLAMENCO

Rafael Romero, 'El Gallina', y la pureza del cante

Por fin, los jaeneros -a mí me gusta más llamarles así, en vez de jienenses, no sé por qué- se han decidido a ofrecer a su paisano Rafael Romero, El Gallina, el homenaje nacional que se le debía, y que le organizaron el pasado fin de semana en su tierra. Gitano de Andújar, donde nació hace 74 años, es superviviente de una raza de cantaores que desaparece, depositario incontaminado de la pureza del cante.Con 74 años de vida; de ellos, una barbaridad dedicados al cante: "Con 12 años era ya artista. En mi familia ha cantao mucha gente: mi madre, que en paz descanse, una tía mía, pero no profesionales. Mi padre tocaba la guitarra, y mi abuelo, también... En mi pueblo, sin ser profesionales, casi todos los gitanos cantaban y tocaban la guitarra, y yo aprendí algunas cosas en Linares. Del Tonto Caricadiós, el cante de la madrugá".

Así empieza a desgranar sus recuerdos este gitano austero, de perfil tallado en piedra oscura: "¿El Tonto Caricadiós? Este hombre no era profesional, pero era un aficionao que se metía los dedos así en el oído y donde cantaba se venía abajo todo... Ése era el mejor. En los cantes de la madrugá y por tarantas, el mejor de todos los tiempos, el Tonto Caricadiós. Gitano, gracias a Dios. Yo era muy niño. Anduve por Linares, porque yo iba con mi padre, que era tratante de ganao. Iba a la feria, y lo oí cantar una vez; una vez o dos, nada más. En Linares ha habido muy buena gente cantando".

Se buscaba la vida

En Andújar cogía las fiestas de los señoritos, y en todas las ferias que había -por ejemplo, en Jaén, en Granada, en Córdoba- iba él a buscar la vida, a los señoritos, que son los que daban el dinero.De su tía Pepa aprendió los cantes por soleá; de José Illanda, otro cantaor de Andújar, a quien Rafael no llegó a escuchar, "que se fue a Jerez y acabó con todos por soleá, en aquellos tiempos, que había aquellos fénómenos".

Lo de El Gallina, el sobrenombre artístico de Rafael, no viene de la familia, como pudiera creerse, sino del marqués de Portugalete, padrino de una hija del cantaor, Luisa Romero, la única que sigue la tradición familiar en el cante. "Porque yo, algunas veces, de cachondeo, cantaba La gallina Papanatas, y por ahí vino la cosa". Cuando se vino a Madrid, en 1937, aquí había gente muy buena cantando, y cogió cosas de José Cepero, de Juanito Mojama, de Andrés Heredia, El Bizco... También se fue a Sevilla a buscar la vida allí, y también cogió cosas que oyó a Manuel Torre, a Tomás Pavón, a la Niña de los Peines, a Pepe Torre, a toda esa gente.

Manuel Torre fue el que más influyó en el cante de Rafael Romero. "Ese hombre era muy genial, el más genial de todos los tiempos. A cualquier cosa que le echara mano cantando, cuando le cogía ese momento que tenía... Ése era el mejor. ¡A lo que le echara mano! Le oí una vez que estaban de juerga en Sevilla; estaba la Niña de los Peines y su hermano, y esa vez le cogió de manera que se les rompieron las camisas".

Perico, El del Lunar, el viejo, decía que la caña nadie la hacía con la pureza y la perfección que la hacía Rafael. Hoy él es prácticamente el único que sigue haciendo ese cante en su grandeza original; su hija Luisa sigue la escuela paterna fielmente, y si el estilo sobrevive será gracias a Rafael. "La aprendí de Andrés Heredia, El Bizco, que tocaba la guitarra y cantaba; de ahí la cogí yo, quitando los ¡ay! que me puso Perico, El del Lunar, que eso era de Curro Durse".

Cante de ayer, cante de hoy... ¿Son distintos? "El cante ha empeorao muchísimo, porque ahora van haciendo cosas que llegan al público, y es que desgraciadamente el cante bueno es pa minorías...".

De los de hoy, el que más le gusta es Camarón, que cualquier cosa que haga es genial, a pesar de que no se atiene siempre a lo auténtico. "A lo que le mete mano, tiene un duende, tiene un pellizco, y si canta por siguiriya o por soleá sabe cantar". Pero se muestra pesimista sobre la supervivencia del cante puro. Y afirma: "Yo no he aprendido nada de nadie. A Dios gracias".

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