España y Marruecos
El artículo de EL PAIS del 19 de noviembre España y Marruecos, la hora final, firmado por Juan Pando, me parece de una clarividencia extraordinaria y de un acierto indiscutible, a la par que de una indudable valentía, porque sus opiniones y juicios van a encontrar la cerril oposición de muchos sectores nacionales.Pero no por ello la fuerza de los hechos va a cambiar, y la oportunidad y conveniencia de afrontar a tiempo una negociación pacífica con Marruecos para alcanzar un acuerdo beneficioso para ambas partes está fuera de toda duda. A las ventajas evidentes aludidas por el articulista, yo añadiría, sin ninguna pretensión de exhaustividad, las siguientes: un plazo largo para estudiar y poner en práctica las soluciones que mejor resuelvan las situaciones individuales y colectivas de melillenses y ceutíes -en contraste con lo ocurrido en Marruecos, Ifni y el Sáhara-; obtener contrapartidas de tipo económico, cultural, etcétera; fortalecer nuestra autoridad moral frente al Reino Unido en el contencioso de Gibraltar; destino más productivo de los cuantiosos recursos que hoy nos cuesta nuestra presencia en las dos ciudades africanas y los muchos mayores que costaría una guerra, aunque la ganásemos.
Creo que lo menos que se merece la idea lanzada por Juan Pando es el inicio de un debate de alcance nacional para la clarificación del problema y para que los fantasmas del pasado no nos impidan la visión de la realidad, y recapacitemos que cualquier solución negociada siempre será mejor, en términos de costes económicos y de traumas espirituales, que una guerra en la que estaríamos más solos que la una.-
