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Reportaje:

La dignidad herida del militar republicano

Los alistados desde el 18 de julio de 1936 recibirán una pensión de 26.000 pesetas

Aquel 22 de julio de 1936, el día que Aquilino Rey decidió presentarse ante el Batallón de Voluntarios en Madrid, ya había cumplido el servicio militar. Tenía 25 años y conocía prácticamente todo lo que sabe hoy sobre la impresión, oficio en el que ha trabajado toda su vida, excepto los ocho años que dedicó al Ejército republicano y las cárceles. El contacto con las letras y con sus compañeros de oficio le aproximaron al comunismo; por eso se sintió impulsado a engrosar como voluntario las filas de un ejército que mostraba señales de debilidad para defender al Estado, a la constitución de la República.Aquilino tiene ahora 73 años y lleva siete de jubilado. En una de sus piernas, menguada en tres centímetros por efecto de la guerra, lleva alojada una bala. Cuando se promulgó la ley que permite a los mutilados republicanos acogerse a una pensión presentó su instancia, pero el médico que le reconoció no consideró que los tres centímetros menos de su pierna ni la bala que lleva consigo sumaban suficientes puntos para hacerle acreedor al subsidio. No quiso recurrir. Ahora ha vuelto a recopilar todos sus datos para presentarlos con una nueva instancia ante el director general de gastos de personal, en la Subdirección General de Clases Pasivas del Ministerio de Hacienda, para ver si tiene mejor suerte y esta vez se le aplica la Ley 37/84, que reconoce los derechos y servicios prestados a quienes durante la guerra civil formaron parte de las Fuerzas Armadas, Fuerzas del Orden Público y Cuerpo de Carabineros de la República.

Nada más enrolarse en las milicias republicanas entró a formar parte de la 36 brigada, con la que combatió en los frentes de Levante, Madrid y Valencia. "Allí me quitaron el mando -había sido dos años capitán y otro comandante- de un batallón por cuestiones políticas y me enviaron a una escuela militar en Burjasot. Cuando todo se perdió, ocupaba el primer puesto para ascender a teniente coronel". Pero de lo único que tuvo tiempo fue de alcanzar el puerto de Valencia, donde decían que había barcos para huir al exilio. No había ninguno. Continuaron la marcha hasta Alicante.

Con la misma esperanza se concentraron allí unos 500.000 como él. Pero en vez de salir hacia la mar les condujeron hacia el interior, al castillo de Santa Bárbara en su caso. Después, San Fernando, Madrid, Torrijos y la libertad provisional hasta que llegó el juicio del que salió condenado a 20 años y un día por auxilio a la rebelión. Un indulto se los redujo a cinco años, a partir de los cuales se reincorporó a su oficio.

Aquilino percibe hoy 28.000 pesetas de pensión, cantidad no muy alejada de las 26.160 pesetas mensuales que, a razón de 14 pagas, equivale al importe de la pensión mínima que reciben los jubilados mayores de 65 años. Exactamente la que especifica el régimen general de la Seguridad Social y que sería la que le aplicarían si su instancia fuera aceptada. En esa circunstancia, Aquilino tendría que elegir entre una de las dos, porque ambas son incompatibles.

Ninguna de las alternativas entre las que puede optar Aquilino le va a hacer millonario. Ni le va a compensar de los sufrimientos que padeció por defender a la República, ni le van a reconocer quizá antes de que se muera que al presentarse voluntario ante el Batallón de Madrid en 1936 lo hizo de buena voluntad, para respaldar a un Gobierno que había sido elegido democráticamente.

Compañeros de Aquilino que acababan de entrar en el Ejército de la República antes del 18 de julio de 1936, guardias de asalto, viudas de los que murieron en la guerra, funcionarios, mutilados republicanos... tienen reconocidos los grados, servicios y atrasos que prestaron a España desde su bando. A los que junto a él se incorporaron al Ejército a partir del 18 de julio de 1936 se les concede -sólo si renuncian a cualquier otra pensión que perciban por el trabajo que hayan desempeñado desde que salieron de la cárcel hasta su jubilación- 26.160 pesetas al mes.

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Uno de ellos era cantero de profesión, gallego como él. Llegó a mandar la XI División y el V Cuerpo de Ejército. Sus méritos de guerra obligaron al general de carrera Vicente Rojo a romper una norma establecida por el Gobierno republicano que impedía a los milicianos superar el grado de mayor dentro de la escala oficial. Por esa excepción y por los méritos de guerra fue nombrado teniente general. Ostenta también el generalato en los ejércitos ruso, polaco y yugoslavo. Ha renunciado a las pensiones que le han querido asignar por esa triple prestación. Hoy vive en Madrid con las 40.000 pesetas que recibe como liberado de un partido político que creó tras escindirse de los comunistas.

Enrique Líster considera "indigna" la Ley 37/84. "Yo recibí la orden de crear la primera unidad regular de la República, porque el Ejército constituido se había disuelto prácticamente. Con esta ley quieren enterrar una página de lucha del pueblo español contra el fascismo. ¿Por qué se reconoce la profesionalidad a los militares que ya estaban en el Ejército y a nosotros no? Los militares demuestran su profesionalidad en los campos de batalla. Nosotros nos ganamos nuestros grados a pulso".

Fernando Arias Rodríguez, que fue capitán del arma de ingenieros y, por esa razón, confinado en un batallón disciplinario en África, considera que les "han metido en un mismo saco a carabineros, sargentos, oficiales, jefes y soldados. Las responsabilidades no fueron las mismas ni durante la guerra ni después, porque el castigo que recibimos nosotros fue mucho mayor, con arreglo al rango que ostentábamos. Eso nos lo reconocieron los mismos tribunales militares del Ejército nacional que nos juzgaron. Confío en que esta ley se complemente con otra más amplia".

Aún nueve meses de espera

Los que fueron aviadores van más lejos. "No vamos a cobrar ni cinco céntimos nadie", se lamenta Fernando Medina, teniente de aviación. "La dignidad es interesante, desde luego, pero no hay derecho a que nos discriminen de esta manera. No veo la razón de que a nosotros no se nos aplique la amnistía de la misma manera que se aplicó a los funcionarios y a los militares de antes del 18 de julio, a quienes se les ha reconocido el pase a la situación de retirado con todas sus consecuencias. Nosotros llegamos a un acuerdo con Fraternidad Democrática de Militares Republicanos (FDMR) sobre un proyecto de ley en el que se nos reconocía el grado y la antigüedad hasta 1945. Luego hemos visto que FDMR no respetó el acuerdo y aceptó unilateralmente el proyecto del Gobierno".

Estén o no de acuerdo con su contenido, todos -también los componentes del Cuerpo de Carabineros- se van a acoger a ella, con la reserva expresa de los derechos y acciones que puedan corresponderles. Más de 100 personas hacen cola cada día ante la ventanilla de clases pasivas para entregar su instancia completada tras ímprobas gestiones y la mirada con lupa en los viejos diarios oficiales de la República, donde figura su nombramiento. Entre ellas figuran la de Líster y las de unos 30.000 ex militares más. Dentro de nueve meses sabrán quiénes de ellos tendrán derecho a percibir esas 26.160 pesetas. De aquí a entonces cada mes que transcurra serán 10 o 12 menos a cobrar. Se habrán muerto ya.

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