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Un cura de barrio

Cristián Briales, padre coadjutor de la parroquia de San Antonio de Padua, del barrio sevillano de Torreblanca, es conocido en la zona por su espíritu extrovertido y su entrega a la causa de los necesitados. De 58 años, mantiene un físico joven para esa edad. Durante la semana se desplaza por el barrio en una Ducatti 350 pero los domingos suele utilizar el Renault 4-L propiedad de la compañía y al servicio de la parroquia, porque en las tardes de domingo suele hacer distancias más largas, en especial para asistir a reuniones en la parroquia de Juan XXIII, con la que colabora.Cristián Briales ha nacido en Málaga. Una vez concluida la carrera religiosa cursó estudios de Ciencias Químicas. Ha ejercido la docencia en Málaga y en Tenerife, hasta que decidió interesarse por la actividad de catequesis en las barriadas modestas y por la ayuda a las clases desfavorecidas. Hace tres años que llegó a la parroquia de Torreblanca. En la barriada es conocido por su intensa actividad en los círculos juveniles y por su apoyo a los necesitados. Son hábitos de él visitar a las familias de la parroquia cuando tienen algún enfermo e incluso visitar a los presos. Entre sus actividades destaca la de tratar de recuperar a los numerosos niños y adolescentes que abandonan prematuramente la escuela y se sitúan en el umbral de la predelincuencia. Para ellos había montado un taller en las casas nuevas, una especie de modesto instituto de formación profesional en el que los chicos aprenden a trabajar el hierro y la madera, o a pintar a brocha.

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El jesuita Cristian Briales, a disposición judicial por presunta implicación en el asesinato de un niño en Sevilla

Su detención por presunta implicación en el asesinato del niño Francisco Reyes Romero causó profunda sorpresa en la barriada, porque su conducta se había considerado intachable hasta el momento. Cuando se supo que la prueba que había conducido a él era la de que en el coche que habitualmente conduce los domingos se habían encontrado rastros de la presencia del cadáver, se recordaba que era hombre muy inclinado a prestar todas sus cosas. Cristián Briales vivía en la casa parroquial de la parroquia de San Antonio de Padua, en el propio barrio de Torreblanca, junto a otros cuatro compañeros jesuitas: Juan Francisco Naranjo y Luis Aparicio, detenidos desde la madrugada del miércoles hasta la tarde de ayer, en que fueron puestos en libertad, y Luis Conde y José Ruiz.

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