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Gaddafi afirma que Mubarak "es un agente de la CIA"

El líder de la revolución libia, coronel Muammar el Gaddafi, dijo ayer en Malta que el presidente egipcio, Hosni Mubarak, "es un agente de la CIA", al tiempo que la agencia oficial libia de noticias Jana afirmaba que Mubarak ha "confirmado su participación en un compló terrorista norteamericano". Tras negar el domingo pasado que el regimén de Trípoli estuviera implicado en el intento de asesinato del ex primer ministro libio Abdel Hamid Bakush, Jana difundió estas opiniones y unas declaraciones del número dos de la revolución libia, comandante Abdelsalam Jalud, en las que éste asegura que "Libia no tendrá ninguna consideración con cadáveres como Bakush, aunque Hosni Mubarak ponga todas las tropas egipcias a su disposición".La rocambolesca historia del falso asesinato de Abdel Hamid Bakush, dado por muerto el viernes por la radio oficial libia después de que los servicios secretos egipcios simularan su asesinato para confundir a las autoridades de Trípoli, amenaza, sin embargo, con tener repercusiones sobre las tensas relaciones entre Egipto y Libia. Será así si, como parecen temer las autoridades cairotas, Gaddafi intenta vengarse con un golpe militar del ridículo en que ha sido puesto, informa Ignacio Cembrero desde Beirut.

En el intercambio verbal subsiguiente, Mubarak acusó a Libia de financiar el asesinato de Indira Gandhi, y de proyectar atentados contra numerosas personalidades árabes y europeas, como François Mitterrand, Helmut Kohl y Margaret Thatcher. La agencia Jana rechazó ayer estas acusaciones, y replicó que el régimen egipcio "ha decidido mostrar sus virtudes como falsificador de fotografías". Gaddafi, por su parte, dijo en Malta que Mubarak "ha demostrado que su verdadera función no es la de un respetable jefe de Estado, sino la de un malicioso agente secreto al servicio de la CIA". "No me ocupo de responder a semejantes tipos", añadió el líder libio.

En previsión de cualquier sorpresa libia, la fuerza aérea egipcia ha intensificado desde el sábado sus vuelos de reconocimiento sobre la frontera cerrada entre ambos países, en la que Egipto tiene unos 100.000 hombres en permanente estado de alerta desde las escaramuzas entre los dos ejércitos en julio de 1977. También la policía egipcia ha recibido órdenes de incrementar la vigilancia.

Tras su acceso al poder, en octubre de 1981, Mubarak se esforzó, sin embargo, por apaciguar la ira de Gaddafi, ordenando, por ejemplo, la suspensión de las críticas de la Prensa gubernamental contra el líder libio. Éste intentó, a su vez, que el nuevo jefe de Estado egipcio renegase de la política de su antecesor, Anuar el Sadat, ofreciéndole a través de sus emisarios hasta 5.000 millones de dólares (unos 830.000 millones de pesetas) para que denunciase los acuerdos de Camp David firmados con Israel en 1979.

Pero ni Gaddafi fue sensible al tono comedido de los grandes diarios cairotas ni Mubarak se dejó seducir por unas propuestas que sólo representaban algo más del doble de la ayuda que recibe anualmente de Washington.

Por todo elo, durante 1984 las relaciones egipcio-libias han vuelto a ser tan malas como en los peores tiempos de Sadat, sobre todo desde que, en marzo, la intervención libia en los asuntos de Sudán, el granero de Egipto, quedó puesta de manifiesto con el bombardeo por un aparato procedente supuestamente del desierto libio, de la ciudad sudanesa de Omdurman, junto a Jartum.

Las diatribas libias contra el presidente egipcio adquirieron tintes incendiarios cuando Mubarak reveló, en octubre, que un piloto libio refugiado en Egipto había confesado haber sido entrenado para bombardear la presa de Asuán, la segunda del mundo, con una extensión de 6.500 kilómetros cuadrados, y cuya destrucción inundaría a cientos de pueblos y ciudades del valle del Nilo.

Nuevos detalles

Entretanto, y a medida que pasan las horas, las autoridades egipcias van filtrando más detalles sobre los proyectos terroristas del coronel Gaddafi.El ministro del Interior, Ahmed Ruslidi, narró para el semanario Mayo, órgano del Partido Nacional Demócrata, las confesiones durante su interrogatorio del jefe del comando que iba a atentar contra el ex primer ministro libio, Abdel Hamid Akush. Este hombre, el británico Anthony Gill, de 48 años de edad, fue detenido por la Policía egipcia,junto con los otros tres miembros de su grupo -un británico y dos malteses- poco después de su llegada a El Cairo, donde los cuatro tenían por misión asesinar a Bakush, operación que las autoridades de Trípoli creyeron que había tenido éxito cuando recibieron fotografias trucadas con el supuesto cadáver del ex primer ministro.

Al asesino a sueldo le había sido también encomendado, según Ruslidi, "el estudio de las posibilidades de desviar hacia Libia a un avión militar F-16", de los que Egipto posee ya 80 y espera recibir otros 40.

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