Como un corcho
Los vendavales de fuerza inusual que provocan, por segunda vez en este otoño, la alarma en el noroeste y norte de la península son en realidad ramificaciones de sendos ciclones tropicales, el Hortensia y el Klaus, sumamente debilitados tras desviarse de su ciclo normal.Los ciclones siguen una trayectoria parabólica y en ocasiones se salen de sus latitudes subiendo un poco más al norte, con la posibilidad -como ha ocurrido en este otoño- de quedar atrapados en corrientes de aire de componente oeste. El ya debilitado ciclón es desde ese momento, en expresión simbólica del meteorólogo gallego Rodolfo García, "como un corcho arrastrado por un río".
El fenómeno no es raro pero adquiere peculiaridad si se produce por su borde occidental una penetración de aire frío, que lo alimenta y reactiva. Los que sacuden entonces la península, son los últimos estertores de un ciclón moribundo. Para. los técnicos, una profunda horrasca. Para el ciudadano de a pie, un viento endemoniado.
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