"Los extranjeros están prohibidos"
ENVIADO ESPECIAL"Aquí no les puedo dar alojamiento. Los extranjeros están prohibidos. Tengo que avisar a la policía". Ésta fue la bienvenida temblorosa que nos brindaba el director del Amritsar International Hotel, situado en el centro de la ciudad sagrada de los sijs y a sólo dos pasos del famoso Templo Dorado. Acto seguido, el director descolgó el teléfono y nos comunicó la respuesta: "El jefe de la Policía dice que se presenten en las dependencias de Rambah inmediatamente".
Eran las 19.30 horas. Faltaba una hora y media para que entrara en vigor el toque de queda. Habían formado una especie de extraño tribunal militar en la oficina del subjefe de policía. Además de éste, presidiendo la mesa con un teléfono, papeles muy ordenados y el revólver, había dos oficiales de su mismo cuerpo y un comandante de la paramilitar Border Security Force. Miraban con un gesto de sorpresa y de enorme contrariedad.
Más que un interrogatorio fue una declaración de principios. "Ustedes son los únicos extranjeros que se han atrevido a venir hasta aquí. El Punjab está totalmente prohibido para los extranjeros. Y esta ciudad, más todavía. Debemos expulsarles".
Por orden, y con comentarios airados entre sí, escrutaron unos después de otros cada pasaporte. El jefe repetía que era realmente insólito que pudiéramos estar allí, delante de ellos, en el centro mismo de la ciudad sagrada. Y que nadie lo hubiera impedido. Era sorprendente. Miraba a sus colegas humillado.
No hubo demasiadas preguntas. Para salvar la dificil papeleta, el jefe habló de una sutil diferencia entre lo que es entrar en el Punjab y lo que es permanecer en el Punjab. Nosotros, los extranjeros, no podíamos permanecer. Así que cuanto antes, otra vez a la carretera. Finalmente aceptaron una demora. Podríamos pasar la noche en la ciudad sagrada, y cuando se levantara, a la mañana siguiente, el toque de queda saldríamos del lugar.
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