En la antesala del Despacho Oval
George Herbert Walker Bush, de 60 años, hijo de un banquero de Wall Street y de una rica heredera, Geraldine Ferraro. ha realizado su última campaña para el puesto de vicepresidente de Estados Unidos. La próxima, la de 1988, la hará para la presidencia, el Despacho Oval de la Casa Blanca, del que ahora sólo le separa el latido del corazón de un hombre de 73 años, Ronald Reagan. Si éste es reelegido y le pasara algo durante su segundo mandato, Estados Unidos estaría en manos de este político, conservador pero pragmático, que cuenta con una impresionante hoja de servicios y al que casi todo le ha salido bien.Nació el 12 de junio de 1924 en Milton (Massachusetts). Se graduó en Economía por la prestigiosa Universidad de Yale en 1948. Es un héroe de guerra: cuando tenía 20 años, el caza de la Marina que pilotaba fue derribado sobre el Pacífico por los japoneses. Sobrevivió. Casado con Barbara Pierce, tiene cinco hijos. Al comienzo de los años cincuenta se dedicó a los negocios petroleros en el Estado de Tejas, donde por dos veces intentó, sin éxito, un puesto de senador. Fue, sin embargo, elegido dos veces congresista.
Nombrado por Richard Nixon, de 1971 a 1973 fue el representante de Estados Unidos en la ONU, para pasar luego a presidir el comité nacional republicano. Gerald Ford le nombró el embajador de Estados Unidos en China y en 1976-1977 ocupó un puesto clave en EE UU: la dirección de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
En 1980 se gastó una fortuna y luchó sin éxito en las elecciones primarias contra Reagan para lograr la designación para la presidencia. Entonces, calificó las propuestas económicas de Reagan de economía vudú, pero hoy se ha convertido en una sombra del presidente. Su reelección le puede obligar a distanciarse en los próximos cuatro años de Reagan y adquirir un perfil político propio.
Bush no es un buen político de campaña, aunque ha sido un vicepresidente aceptable. Tiene muy mala Prensa, y es un especialista en meter la pata y en producir comentarios de los que luego se tiene que arrepentir.
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